Conversatorio de Fonoaudiología entrega tips para estimular el desarrollo del lenguaje a través del juego y las actividades de la vida diaria

En la segunda jornada del ciclo sobre Fonoaudiología y comunidad que se desarrolla en la sede Viña del Mar, las académicas Claudia Rojas y Javiera Díaz expusieron el tema “Cómo estimular el lenguaje en nuestros niños y niñas en el entorno familiar».

Lograr comunicarse con el entorno es un paso importantísimo en el desarrollo de los niños y niñas, que por lo mismo debe ser seguido con atención por sus familias. Los expertos señalan que, lejos de adoptar una actitud contemplativa, los adultos cercanos deben asumir un papel protagónico en la estimulación del lenguaje, ante lo cual suelen cometer errores o utilizar estrategias erradas. ¿Cuál sería una manera simple de hacerlo? A través del juego, por ejemplo.

Eso fue lo que plantearon las fonoaudiólogas Claudia Rojas y Javiera Díaz en la segunda jornada del ciclo de conversatorios para la comunidad organizado por la carrera de Fonoaudiología de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar. El encuentro se tituló “Cómo estimular el lenguaje en nuestros niños y niñas en el entorno familiar”, en el cual se compartieron estrategias para, precisamente, facilitar la comunicación por intermedio del juego.

“La primera pregunta que debemos hacernos es cuáles son las necesidades que tenemos como familia. ¿Qué necesito que mi hijo aprenda? ¿qué necesita él de parte del entorno? Por ejemplo, si sus educadoras refieren que el niño es callado, solitario, lo que buscaremos será potenciar la interacción social. Si tiene dos años y produce muy pocas palabras, la necesidad será potenciar el vocabulario”, explica Claudia Rojas, aclarando que siempre esto se debería realizar consultando a un fonoaudiólogo.

El rol que del grupo familiar es clave, más allá de si exista o no algún problema en el desarrollo del lenguaje. “Incluso si se descarta un diagnóstico, igual podemos usar estrategias para estimular el lenguaje. Y si hay un cuadro de base, la familia siempre será el principal involucrado en la estimulación comunicativa”, señala la académica de UST.

En esa dirección, el juego aparece como una herramienta sencilla y fácil de utilizar, aunque hay algunas indicaciones: “lo importante es que sepamos en qué etapa del desarrollo es más conveniente usar uno sobre otro. A medida que los niños van creciendo, podemos ir complejizando estos juegos. Hay que aprovechar el ambiente natural, las actividades de la vida diaria para afianzar la comunicación porque los niños lo ven como algo positivo, no como algo tedioso. En cambio, en la consulta las cosas pueden parecerles más estructuradas”.

En la jornada, las académicas Claudia Rojas y Javiera Díaz expusieron el tema “Cómo estimular el lenguaje en nuestros niños y niñas en el entorno familiar». Además, se contó con la participación del director de la carrera de Fonoaudiología de UST Viña del Mar, Jorge Valdés.

 Estrategias de juego y comunicación

Javiera Díaz, por su parte, entregó algunas recomendaciones que se pueden adaptar a la realidad de cada familia. “Se pueden aprovechar las actividades de la vida diaria para estimular el lenguaje, ya sea a través de lectura de cuentos o en rutinas como al vestir al niño o poner la mesa”, sostiene, recalcando que “el lenguaje se adquiere mejor en la interacción cara a cara, no tanto utilizando tablets ni videos de youtube. Se pueden usar, sobre todo ahora por la contingencia, pero siempre es mejor cara a cara”.

Respecto a las estrategias generales que se pueden desarrollar en el hogar, la docente de Fonoaudiología enumera algunos puntos:

  • Un ambiente ordenado. “Evitar un dormitorio lleno de juguetes para que el niño tenga un número limitado de objetos para manipular y distraerse”.
  • A la vista, pero no al alcance. “Dejar los juguetes a la vista, pero no al alcance de los niños, así generamos la costumbre y la necesidad de que tengan que pedirlos para acceder a ellos”.
  • Juguetes incompletos. “Esconder piezas de un lego, por ejemplo, para que el niño pida la pieza que falta. Lo mismo se puede hacer al poner la mesa y ‘olvidar’ un tenedor para que el niño nombre el elemento que falta”.
  • Recurrir al absurdo. “Podemos presentarle algo que no corresponde a la lógica. Por ejemplo, pasarle una pieza diferente cuando está armando una torre. Así tendrá le necesidad de decir ‘no me sirve eso, quiero un lego’”.
  • Preguntas con opciones. “Muchas veces les preguntamos cómo les fue en el colegio y responden ‘bien’ o ‘no sé’. Es mejor hacer una pregunta presentando dos opciones, como ‘¿jugaste con Pedro o con Estefanía?’ para así obtener más información, sobre todo con los niños que no conversan mucho de manera espontánea”.
  • Nunca desde lejos. “Para atraer la atención del niño no hay que hablarle de lejos, desde el comedor al living. Hay que observar qué está haciendo, acercarse, agacharse, generar contacto cara a cara y recién ahí hacer un comentario”.
  • Espacio para responder. “A veces creemos que mientras más le hablemos, mejor, pero hay que dar espacio para que el niño se comunique. Si le hago un comentario, tengo que esperar y escuchar. Recién después puedo reforzar y continuar la interacción”.
  • La imitación. “Si el niño balbucea una palabra, podemos imitar ese balbuceo y complementar esa emisión y corregirla. Si dice ‘azana’, repetimos eso y luego decimos correctamente ‘manzana’”.
  • Llamar su atención. “Le podemos mostrar burbujas y esperar que las pida, ya sea con palabras o gestos. Si no sabe pedirlas, entonces nosotros decimos ‘burbuja’, esperamos que él imite ese sonido y se la entregamos”.

Y si nuestro objetivo es ampliar el vocabulario de los niños, también hay actividades de la vida diaria que podemos utilizar:

  • Repetir la palabra en una conversación. “Si queremos trabajar una palabra, no hay que pedirle que la repita 10 veces, sino insertarla dentro de la conversación, usarla dentro de las oraciones, pero evitar preguntarle muchas veces lo mismo”.
  • En contexto. “Presentar la palabra nueva en su contexto. En lugar de decir sólo ‘el perro’, podemos decir ‘el perro ladra’, ‘el perro come huesos’”.
  • Dar instrucciones. “Podemos desarrollar la comprensión si hacemos algunas solicitudes al niño, como decirle ‘pásame el yogurt’, pero esto debe ser gradual. Comenzamos con ‘pásame la pelota’, luego ‘pásame la pelota azul’ o ‘pásame la pelota azul que está encima de la mesa’. También se puede hacer al revés, parcelar las instrucciones largas en instrucciones más pequeñas”.