Es difícil distinguir las obras maestras del arte callejero, de la realidad

Los artistas callejeros tienen plena libertad en su ámbito: el mundo es el lienzo, la imaginación es el límite.

Son tan sorprendentes sus pinturas, que lo real y lo ficticio parecen fundirse en uno sólo.

Existen artistas que no les basta con su propio taller, croquera o software gráfico y nos dejan sus obras en la calle para quebrarnos la línea entre la realidad o una realidad paralela.

La cantidad de público al que puede llegar es mucho mayor del que podría llegar a una galería de arte tradicional, por esta razón una de las mayores motivaciones de un artista callejero es mostrar su trabajo, y para eso “la calle” les permite exponerse a todos los que pasen por ahí.

En muchas ocasiones el arte urbano se realiza con un objetivo, con un ideal político detrás. Esto queda implícito en la actividad del propio artista puesto que muchas de las formas en las que se expresa el arte urbano, sobre todo el formato graffiti, son ilegales en el caso de realizarse en un muro de una propiedad privada o que el municipio ha indicado la expresa prohibición de poner nada ahí.

Un artista que se arriesga a recibir una multa no lo hace porque quiera dañar la ciudad, quiere que su mensaje sea transmitido, y está dispuesto a arriesgarse a las consecuencias legales por esto.

Los artistas callejeros, intentan hacer que su trabajo se comunique con la gente común, bajo sus propios códigos y sobre temas socialmente relevantes.

Nos hacen preguntarnos cada vez que los vemos.

¿De verdad es una pintura?

Paulina Jara Vega, directora área de Diseño IP/CFT Santo Tomás, San Joaquín.