Día Nacional del Vino: historia y tradición de una cepa con denominación de origen

Cristian Bravo Meza, docente de la sede Santiago Centro, analizó la importancia de esta celebración instaurada en 2015 en honor a este tradicional brebaje.

El pasado 4 de septiembre se celebró el Día Nacional del Vino. Fecha que en los últimos años, ha ido adquiriendo relevancia, especialmente por su aporte en el ámbito cultural y económico.

Proceso que para que Cristian Bravo Meza, docente de Bar, Vinos y Coctelería de la carrera Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena del IP-CFT Sede Santiago Centro, resalta aún más, como consecuencia directa del origen de la Cepa País, la cual llegó junto a las misiones españolas en el Siglo XVI y que según detalló ha sido redescubierta y revalorada por los enólogos y consumidores gracias a sus vinos jugosos, simples y cotidianos”.

“Esta cepa tinta, frutosa y firme, ha jugado un papel importante en la historia de los vinos chilenos. Durante siglos fue la más cultivada y consumida, pero a finales del Siglo XIX comenzó a perder protagonismo con la llegada de variedades francesas, como Cabernet Sauvignon y Merlot, respectivamente”.

Denominación de origen

En 1995, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) publica el Decreto 464 que le entrega la denominación de origen a la Cepa País, transformándose en un patrimonio vivo, cuyas parras “se encuentran principalmente en el secano del Maule con suelos de granito y pizarra, un tanto secos, pero con laderas que concentran humedad, permitiendo que las raíces crezcan profundas para buscar agua y nutrientes”, recalcó.

Actualmente, -y pese a la acorralada por la segunda colonización de cepas europeas- aún sobreviven 15 mil hectáreas entre el Maule y el Biobío.

Orgullo maulino

En el valle del Tutuvén, -provincia de Cauquenes- región del Maule, se encuentra la Viña Bravo Carrasco, cuya historia vitivinícola se ha mantenido intacta y traspasado cuatro generaciones por 200 años.

Hoy, quien continúa con la tradición de elaboración de vino artesanal de Cepa País de dicha viña es Don Merino Bravo Carrasco, -padre del docente tomasino- cuyos conocimientos heredados mantienen  la vid de la misma forma que sus antepasados lo hacían, podando en familia, arando la tierra con arado de acero  y caballo.

“Gracias a esto, tengo una conexión especial con el vino y agua ardiente, ya que crecí vendimiando en  Semana Santa, sacando las canastas que mi familia llenaba de uva para cargarlas en una carreta tirada por bueyes  para transportarlas al lagar de alerce de más de 150 años con una capacidad de unos 4 mil litros en donde mi papá refregaba la uva en la jaranda (rejilla de coligüe)”.

Proceso que daba paso a que los niños pisaran la uva, comenzando la maceración y fermentación por 16 días, para luego vertirlo en tinajas de greda, continuando con el trasiego, desborrado y por último el guardado en pipas para el consumo .

“Actividad que continuamos aprendiendo con la quinta generación y que nos enorgullece al seguir utilizando los métodos artesanales de antaño con el propósito de mantener el mismo sabor de nuestra amada Cepa País”, concluyó.