El Centro de Formación Técnica Santo Tomás enfrenta durante 2019 un nuevo proceso de acreditación institucional, a fin de garantizar la calidad de la formación que imparte, así como la posibilidad de que sus estudiantes puedan acceder a diferentes alternativas de financiamiento.

En el sistema de Educación Superior chileno, un tema que resulta fundamental dice relación con garantizar una formación técnica y profesional de excelencia a sus estudiantes, lo que se verifica mediante el proceso de acreditación al que se someten las distintas instituciones, a fin de certificar la calidad de sus procesos internos y de los resultados de la formación que imparten.

A modo de contexto, tal como lo resume el informe de 2012 del Mineduc “El aseguramiento de la calidad de la educación superior en Chile”, en 1999 nacen la Comisión Nacional de Acreditación de Pregrado (CNAP) y la Comisión Nacional de Acreditación de Postgrado (CONAP). La CNAP realizó primero procesos de acreditación de carreras y luego, en el año 2004, se suma la acreditación institucional. Posteriormente, en 2006, se crea un Sistema de Aseguramiento de la Calidad, que establece que el organismo encargado de verificar y promover la calidad de las instituciones es la Comisión Nacional de Acreditación (CNA).

Más de una década después, dicho sistema experimenta un nuevo ajuste, con el propósito de adaptarse a las nuevas exigencias y realidades del entorno. Así, en mayo de 2018 se promulga la nueva Ley de Educación Superior, que modifica la composición de la Comisión Nacional de Acreditación y la forma de evaluar el aseguramiento de la calidad en las instituciones y programas.

Según explica José Julio León, Vicerrector de Desarrollo y Aseguramiento de la Calidad de Santo Tomás, “la acreditación institucional se hace obligatoria, de modo que las instituciones no acreditadas quedarán sujetas a la supervisión del Consejo Nacional de Educación y no podrán impartir nuevas carreras o programas de estudio, ni abrir nuevas sedes, aumentar el número de sus vacantes, o recibir financiamiento público; tampoco podrán matricular nuevos alumnos sin autorización”.

A partir de la nueva normativa, las instituciones de educación superior deberán acreditarse en las dimensiones de docencia y resultados del proceso de formación; gestión estratégica y recursos institucionales; aseguramiento interno de la calidad y vinculación con el medio. Adicionalmente, podrán acreditar la dimensión de investigación, creación y/o innovación.

Una institución acreditada reafirma su capacidad de entregar a sus alumnos una formación con un nivel de excelencia que los prepara para una exitosa inserción en el mundo laboral. Además, tal como plantea José Julio León, “la acreditación genera en la institución una cultura de calidad. Un título otorgado por una institución acreditada tiene mayor valor”.

Pero además de que la acreditación sea un factor de prestigio y sirva como un predictor de la inserción en el mundo laboral, para los alumnos que están cursando su carrera tiene otras externalidades positivas, ya que les permite acceder a becas y créditos para financiar sus estudios, beneficios a los que no pueden optar los alumnos que estudian en una institución no acreditada.

Acreditación en el CFT Santo Tomás

En el marco de un nuevo proceso de acreditación, José Julio León comenta que el CFT Santo Tomás realiza procesos de autoevaluación como un mecanismo permanente y efectivo para asegurar su calidad, lo que ha quedado demostrado en las cinco oportunidades consecutivas en que ha sido acreditado institucionalmente por la CNA.

A partir de esta experiencia, el CFTST ha logrado instalar y fortalecer una cultura de mejoramiento continuo que ha hecho posible ir avanzando en la consolidación de su capacidad de autorregulación, aspecto que es relevante en una institución que tiene presencia nacional y una amplia oferta de carreras. “Esta cultura de mejoramiento, autorregulación y evaluación se materializa en políticas y procedimientos que permiten ejecutar regularmente los procesos de autoevaluación, y asegurar sistemáticamente la calidad de la gestión, tanto a nivel institucional como de carreras”, señala León.