¿Por qué la Participación Social en Salud debe desarrollarse en Chile?
Este cuestionamiento debiese inquietarnos socialmente porque se convierte en un requisito de desarrollo-país. Una sociedad capaz de decidir en Salud, es aquella que participa en la construcción de políticas públicas y que se informa de las políticas implementadas, es una sociedad que obtiene resultados positivos de forma sistemática en Salud. Para ello se debe comprender que la necesidad de opinar se constituye como un deber y un derecho, porque le reconoce como persona y se le entiende como tal.
La participación social otorga el poder de forma transversal, contribuye a la equidad, disminuye las desigualdades injustas y evitables. No es una utopía, es una reconstrucción de realidades, de significados individuales y comunitarios; es comprender que efectivamente la verticalidad en la relación asistencial es inadmisible.
El conocimiento en Medicina o en cualquier ciencia no nos posiciona por sobre la decisión o la oportunidad que nuestros “pacientes” tienen, sino más bien nos iguala a las experiencias de vida que cada persona ha obtenido como consecuencia de la diacronía con el sector Salud.
Dejar los vocablos que solo tienden a la verticalidad, eliminar la palabra “paciente” es necesario hoy y no después, porque nos impide reconocer en quienes requieren de nuestros cuidados y apoyo para recuperar o mantener su salud, su esencia de deberes y derechos. Les limita a ellos precisamente en su poder de decisión, les deja en un plano “inferior” de ser solo quien recibe una atención en Salud y que no tiene opción al consenso, sin injerencia en el resultado de su propio proceso de salud-enfermedad.
Ni siquiera el hecho de llamarles “usuarios” les nivela en la toma de decisiones, sino que les otorga casi la misma categoría de ser quien “usa” un servicio pero no de quien “participa” de éste.
Las instancias de Participación Social actuales en el país sitúan en condición consultiva a la población, no permite seguir en la escala de real participación, ejemplificado entre muchas otras aristas, en un lenguaje que pasiva a la comunidad.
Cada ser humano requiere un trato único porque las identidades, creencias y voluntades lo son. Porque somos multidimensionales y plurirelacionales, porque nuestro entorno y patrones familiares son tan variados como complejos.
Quienes necesitan de nuestras prestaciones en Salud, tienen que dejar de ser un “buen paciente” por el hecho que siga las instrucciones y cumpla con su deber; dejar de llamarle “usuario” ya que no solo usará un servicio, haciendo uso de sus derechos, porque si contribuye con su opinión a ese servicio, es y debe ser llamado persona con nombre, con identidad propia, un ser integral, considerado como tal y que será partícipe de su estado actual de bienestar.
El logro del más alto nivel posible de salud al que se puede llegar debe ser una meta compartida, porque se co-construye en una relación asistencial clara, respetuosa culturalmente y horizontal, con una persona, con su familia e incluso con toda una comunidad partícipe de la toma de decisiones en Salud.
La Participación Social en Salud involucra repensar, crear significados y plantearnos desafíos que motivan al cambio. El rechazo a esta nueva perspectiva solo debiera impulsar un cambio, porque de manera objetiva apoya al crecimiento país en la lógica de: País informado es un país comprometido, activo, sano, productivo, que potencia las habilidades y reconoce las realidades, trabaja en las desigualdades y logra mejores resultados globales en determinantes sociales de la Salud, porque influye directamente en el entorno teórico, legal y físico de una comunidad.