Una mujer: múltiples trabajos
Yo soy académica; docente y jefe de carrera en una institución de educación superior. Tengo un contrato que define mis funciones, horarios de trabajo y remuneración, pero además soy dueña de casa y al terminar mi jornada laboral formal realizo funciones como muchas otras dueñas de casa: limpiar, cocinar, ordenar, etc. Y a pesar de que somos muchas las que llevamos este doble rol, el trabajo doméstico sigue siendo invisibilizado, no remunerado y, a veces, desvalorizado.
En 2020 con la pandemia marcando el compás de nuestras vidas, el teletrabajo se instaló en nuestros hogares dejando en evidencia que detrás de toda actividad se encuentra el trabajo doméstico, que cuando se externaliza equivale a $300 mil pesos mensuales (por parte baja) pero cuando lo lleva a cabo la madre de familia, pierde valor.
El trabajo doméstico le corresponde a todos los miembros de un hogar y no debiese ser asumido por una sola persona. ¿No está de acuerdo? Pensemos en la familia como una empresa, con un líder que carga las responsabilidades del equipo, pero que no realiza todas las funciones de este, sino que delega, distribuyendo las responsabilidades de acuerdo a las características de cada miembro del equipo, quienes responderán de acuerdo a su grado de compromiso con su rol, cargo, años de experiencia, siendo el líder quien reconozca su aporte para el cumplimiento de las metas.
En casa debemos ser un equipo de trabajo, con tareas asignadas de acuerdo a las capacidades de cada miembro, para cumplir el objetivo común: vivir en una casa limpia y ordenada, sabiendo que cada vez que lavamos platos, barremos, limpiamos o cocinamos, estamos entregando un tremendo aporte de tiempo y capacidades que además nos permitirá ahorrar para invertir en otros ítems.
Piénselo, una asesora del hogar equivale a $300 mil pesos mensuales (por parte baja) y si en vez de externalizar este servicio, lo realizamos en equipo, en familia, entonces podremos contar con un “fondo de vacaciones” mucho mayor de lo esperado.
Si cultivamos este método estaremos haciendo un cambio, plantando una semilla de en las futuras generaciones, quienes ojalá puedan contar con asignaturas como “economía doméstica” en sus planes curriculares para que, sin importar el género, el individuo conozca y reconozca el valor de sus tareas y lo valiosas que fueron aquellas personas que dedicaron su vida al cuidado de sus familias, hijos y nietos, y que hoy ni siquiera reciben una pensión digna que reconozca su gran desempeño.
Con todo esto, le cedo la palabra a usted, mi querido lector, para que desde su rol actual en la sociedad pueda identificar ¿Qué está haciendo para visibilizar el valor de este trabajo, transversal a toda actividad humana?