Mes del orgullo: paradojas, celebraciones y conmemoraciones

Desde 1969, cada 28 de junio se conmemora el día internacional del orgullo LGBTQIA+ para todas las personas que se han liberado de vivir bajo el yugo del disciplinamiento heteronormativo de esta desgastada cultura patriarcal.  Este día, se ha transformado en un mes y lo que se inició en la gran manzana, hoy tiñe de multicolores a todo el planeta en gran parte de las ciudades más emblemáticas para quienes expresan diversidades de género y disidencias sexuales.

Sin embargo, la lucha por el reconocimiento jurídico, afectivo y social de las identidades transgresoras está lejos de ser completa si solo en la Región de Valparaíso detentamos el triste récord de ser el territorio que ocupa desde 2018 el primer lugar nacional en la tasa de discriminación homolesbobitransfóbica, afectando gravemente a las generaciones más jóvenes, quienes víctimas de violencia, acoso y exclusión en sus familias, en las instituciones educacionales, sanitarias y religiosas, encarnan los peores índices de salud mental y la más alta tasa de suicidabilidad en Chile. Además de ser víctimas de crímenes de odio como lo fueron Mónica Briones, Daniel Zamudio y Nicole Saavedra entre tantas biografías invisibilizadas e ignoradas. Tampoco olvidemos las vidas e historias de quienes hoy son personas adultas y personas mayores que aplanan y aplanaron las calles pateando piedras en busca de un cuerpo que amar para poder comer, porque la sociedad no le tiende una alfombra roja a travestis y mariquitas lindas, como diría nuestro querido Lemebel.

Por eso este no es un mes solo para celebrar, sino especialmente para conmemorar. Es un mes para resistir ante una sociedad que insiste en ser inclusiva en blanco y negro, en femenino y masculino, con una verdad a medias que se cae a pedazos ante un mundo ancestralmente diverso y disidente. Entonces no dejemos que el marketing se apropie del orgullo y que en las grandes tiendas se venda cotillón como si se tratase de un recital o de otra festividad más importada por nuestra idiosincrasia, al modo de una navidad con nieve en una América del Sur con 35°.

Que el orgullo sea más que un día, más que un mes, que se convierta en resistencia permanente hasta que el logro de los derechos de reconocimiento jurídico que tibiamente surgen en Chile para resguardar el derecho a la identidad o para erradicar el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en las aulas universitarias, den lugar al reconocimiento social de diversidades y disidencias de manera plena, sin condiciones ni restricciones.