Resiliencia en tiempos de cambio
En la Iliada de Homero, Ulises en su famosa travesía exclama a los cielos “Estoy poseído por la adversidad y los dolores…. Yo he sufrido antes mucho y mucho he soportado… ¡Aguanta, corazón!”. Como podemos ver desde tiempos inmemoriales la capacidad del ser humano de enfrentarse a la adversidad, ha sido tema de interés de los poetas, escritores e historiadores. Claramente que frente a situaciones complejas, la inteligencia y la fortaleza van mostrando sus límites inexplorados. Los sucesos más complejos registrados en la historia humana, como lo han sido las guerras mundiales, y otro tipo de genocidios recientes en el Medio Oriente, han dado valiosos testimonios de resiliencia.
Este no tan nuevo término, acuñado por el psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik, definido como la capacidad para enfrentarse a la adversidad, y salir positivamente transformado de ella, aparece con fuerza en estos tiempos que experimentamos la pandemia del coronavirus, en donde a escala mundial los estados con sus múltiples sistemas; políticos, económicos, sociales, educacionales, de Salud, entre otros, han sido sacudidos desde sus propias estructuras con un fuerte impacto en la población.
El miedo, la angustia y la incertidumbre parecen ser emociones que se instalan en el consiente e inconsciente colectivo, y la globalización con su gran poder de intercomunicación a escalas insospechadas hace un par de décadas, van configurando un panorama mundial de fuerte impacto psicológico en cada una de las personas.
Debido a lo anterior es que es de suma importancia preguntarse qué sucede en el micro mundo de la mente humana, ¿Qué ajustes debemos realizar en nuestras zonas de confort? ¿Estamos preparados emocionalmente para enfrentar lo desconocido?, ¿y aún más, enfrentar una crisis de orden mundial? Evidentemente las respuestas son variadas e infinitas, cada persona con un cerebro único, es un único universo, y con diferentes experiencias acumuladas. No obstante, como reflexión, y constante histórica, se vislumbra la aparición de un único concepto: La Resiliencia, como respuesta humana a las crisis y situaciones de estrés que se van sorteando.
Su aparición permite transitar la crisis a valiosas oportunidades de cambio, tal como lo es concebido en las culturales orientales, cambios que impactan profundamente en las formas de pensar, sentir y actuar de los seres humanos, cuya transformación los posiciona en un nuevo escenario marcado por la perseverancia, el equilibrio emocional, y el optimismo.
La resiliencia conlleva a un importante proceso de autoconocimiento, y a la apertura para generar nuevos aprendizajes, que nos permiten flexibilizar estructuras de pensamientos, el binomio Resiliencia-Aprendizaje, pareciera ser una llave maestra que posibilita abrir puertas para nuevas situaciones adversas, con ello se expanden nuestros límites, crece nuestra confianza, y se configuran nuevos objetivos y desafíos, viendo oportunidades de transformación, ahí donde el resto solo ve escenarios de caos y confusión.
Tal vez como en la Iliada, cada uno de nosotros en este momento de la historia, protagonice a Ulises, y en medio de los tormentos, esa voz interior manifestada por este mítico personaje que sueña con volver a casa, lancemos un animado “Aguanta corazón”, que nos impulse a ser resilientes, y con ello, a redescubrir potencialidades insospechadas en nosotros mismos, con grandes oportunidades de cambios que nos inviten al nacimiento de un ser humano más consiente de sí mismo y de sus potencialidades para contribuir a una sociedad que abrace el bien común.