Es el momento de una política fiscal fuertemente expansiva
La mejor manera de definir una buena estrategia para paliar los efectos económicos del covid-19 es un adecuado diagnóstico acerca de a qué nos enfrentamos. En este sentido, parece claro que se trata de una situación muy distinta a crisis económicas previas, incluso a episodios originados por enfermedades todavía más letales, pero de más lenta propagación.
De acuerdo con expertos en la materia, el peak de contagios a escala global se alcanzaría en algunas semanas, y luego vendría un proceso de remisión relativamente rápido, como muestra la experiencia de China. Aunque no hay nada que garantice que se repita esta secuencia, se trataría de un fenómeno esencialmente transitorio o en forma de V, esto es, con efectos muy severos pero de corta duración.
En economía hay un principio básico, que dice que si se sufre un shock transitorio -negativo en este caso- no hay que reducir el gasto, sino más bien financiarse o des ahorrar. Esto, porque se supone que eventualmente el shock desaparece y los flujos de ingresos vuelven a la normalidad. Solo en el caso en que los shocks son permanentes hay que ajustarse, ya que no podemos financiar un déficit de ingresos por mucho tiempo.
Lo anterior, de alguna manera orienta las respuestas de política económica que debemos tomar en esta crisis. Estas deben ser muy rápidas e intensas, para atenuar la profundidad de la recesión -que parece inevitable- y para reducir el riesgo de una crisis más persistente.
En el plano monetario, el Banco Central ya ha actuado en el ámbito donde es más importante su intervención en la actual coyuntura: facilitar el funcionamiento de la cadena de pagos y la estabilidad financiera. Para esto, bajó agresivamente la tasa de política monetaria (0,75 puntos porcentuales), implementó medidas para fortalecer el crédito – la facilidad de financiamiento condicional al otorgamiento de colocaciones- y tomó medidas para incrementar la liquidez en pesos y divisas extranjeras.
Pero, dado el bajo nivel en que se encuentran las tasas de interés, es poco lo que el Banco Central puede hacer para impulsar la demanda agregada de la economía. En casos como este es fundamental una política fiscal fuertemente expansiva. Ahora bien, son principalmente dos las formas de hacer una política fiscal expansiva: reducir los impuestos y aumentar el gasto.
Con relación a los impuestos, en línea con la política que ha impulsado el presidente Trump en Estados Unidos, algunos han propuesto bajar o postergar los impuestos a las personas. A menos que esta sea una medida transitoria es claramente regresiva.
Más adecuado es focalizar la relajación de la carga tributaria en las pequeñas y medianas empresas, las más vulnerables y que además han estado en dificultades producto de la convulsión social de los últimos meses. Esto se puede hacer postergando los Pagos Provisionales Mensuales que deben hacer las PYMES.
Con relación al gasto, además de destinar todos los recursos que haga falta para enfrentar la emergencia sanitaria, el Estado debe ir en apoyo de los trabajadores que pierdan sus empleos. Un canal principal para esto debe ser el Fondo de Cesantía Solidario, al que se deben inyectar recursos para los casos en que el Seguro de Cesantía Individual no se de abasto.
Es importante recalcar que este esfuerzo fiscal es de carácter transitorio, y debe servir para contribuir a que la muy probable recesión que tenemos por delante sea de corta duración. Es importante también entender que esto no afectará la solvencia fiscal a largo plazo y, por el contrario, apoyará la sustentabilidad de la actividad económica y las cuentas fiscales.