Ejercicio físico en personas con glaucoma
El glaucoma es la principal causa de ceguera en el mundo, describe a un grupo de trastornos oculares con etiología multifactorial unidos por neuropatías ópticas progresivas, las cuales están caracterizadas por la degeneración de las células ganglionares de la retina y los cambios resultantes en la cabeza del nervio óptico, lugar donde se encuentra el sitio primario de lesión neurológica (Weinreb, Aung y Medeiros).
El efecto del ejercicio físico en esta población aún no está claro. Algunos puntos expuestos en reciente revisión bibliográfica publicada en la revista “Acta Ophtafmologica” son:
– La presión intraocular (PIO) disminuye después del ejercicio aeróbico, en algunos casos, y en otros no hay cambios significativos, o incluso podría mantenerse aumentada minutos después del ejercicio.
– Aun no hay consenso respecto a que magnitud del incremento de la PIO podrían presentarse potenciales riesgos para el desarrollo de glaucoma.
– El uso de gafas durante la natación incrementa notablemente la PIO elevada y esta se mantiene por un mayor tiempo respecto a otros ejercicios, lo cual potencialmente podría dañar el nervio óptico.
– La máscara de buceo incrementa en menor medida la PIO que las de natación, por lo cual su uso podría ser una alternativa durante la natación.
– No se recomienda el buceo debido a los cambios de presión.
– El bungee podría ser potencialmente peligroso.
– El ejercicio isométrico en algunos estudios no incrementa significativamente la PIO pero en otro si, a pesar de eso vuelve rápidamente a los niveles basales. Es apresurado decir que el ejercicio isométrico agrava el glaucoma, incluso podría ser beneficioso.
-Las posturas clásicas de yoga pueden ser un factor de riesgo para el desarrollo de glaucoma.
Respecto al ejercicio de fuerza dinámico, estudios de Magela y cols, Polikoff y cols y Chromiaks y cols, han reportado disminuciones post-ejercicio, sugiriendo que podría ser beneficio, mientras que otros, consideran que debido a los significativos incrementos de la PIO durante el ejercicio, podrían ser un factor de riesgo potencial en el desarrollo de glaucoma.
A pesar de que distintas modalidades de ejercicio se han estudiado en poblaciones sanas, estos resultados no se pueden generalizar para la población con glaucoma. Se requiere más investigación para ver si el ejercicio es beneficioso.
A juicio personal, creo que es fundamental que todos los/as profesionales del ejercicio, consideren el antecedente de glaucoma y/o hipertensión ocular antes de integrar a las personas a sus programas de entrenamiento. Debido a que la evidencia muestra beneficios en personas sanas, pero no hay resultados concluyentes en personas con glaucoma, considero riesgoso integrar a esta población a programas de ejercicio, al menos hasta que la comunidad científica y profesionales de la oftalmología lleguen a un acuerdo. Es importante destacar que no hay consenso de cuál sería la magnitud de incremento de la PÍO durante el ejercicio potencialmente dañina. Creo que, por ahora, el/la profesional más idóneo/a para incluir el ejercicio en el tratamiento de glaucoma, es el/la médico/a oftalmólogo/a, y por seguridad debería estar el supervisando y/o recomendar alguna actividad dependiendo del tipo de glaucoma y de las características individuales de cada persona. Los estudios futuros respecto al efecto del ejercicio en personas con glaucoma, deberían ser realizados en condiciones clínicas bien controladas, para disminuir los riesgos, e incluir a profesionales perfeccionados en fisiología del ejercicio que colaboren en la adecuada dosificación del ejercicio.