Ninis en Chile, una difícil realidad
Un fenómeno que se dio a conocer en 1999 en Inglaterra se muestra hoy con una fuerza preocupante en nuestra sociedad. Se trata de los ninis, jóvenes entre 15 y 29 años, que ni estudian ni trabajan, NEET en su denominación inglesa (Not Education, Employment or Training: Sin educación, empleo o entrenamiento), estando en edad y condición física y mental para hacerlo. De ahí su nombre en ambos idiomas.
Sociólogos, antropólogos, otros especialistas y académicos, así como entidades públicas y organismos internacionales, ya nos venían alertando sobre la aparición de este nuevo fenotipo social. Sin embargo, ha sido recientemente que este fenómeno ha concitado la atención de la opinión pública nacional a través del creciente interés desplegado por entes políticos, autoridades de todo tipo y medios de comunicación.
La primera vez que escuché el término fue a fines de 2009 en el contexto de información sobre el particular en medios de comunicación españoles. Ya no recuerdo bien si fue en El País, El Mundo o en la propia Televisión Española. El caso es que, en el país ibérico, a raíz de la crisis económica y el consecuente desempleo estructural que les afecta desde 2008 hasta la fecha, el fenómeno nini se viene presentando en jóvenes de todo tipo, aunque especialmente, en personas con menos formación, calculándose tasas de desempleo superiores al 50% para este grupo específico de la población.
Para el caso chileno, según datos recientes, se estima en más 500 mil los jóvenes que ni estudian ni trabajan, englobándose en este grupo un conjunto heterogéneo personas, pudiendo ir desde adolescentes que en primero o segundo medio dejaron el liceo por la razón que sea (embarazo adolescente, consumo problemático de alcohol y drogas, falta de motivación o interés en los estudios, etcétera) hasta otro de situación acomodada que decidió darse unos años sabáticos después de salir del colegio.
Más específicamente, informaciones de la OCDE apuntan que en Chile el 80% de los ninis pertenecen a sectores vulnerables o derechamente pobres, el 63% son mujeres, y el 40% se concentra en la Región Metropolitana. Somos el cuarto país a nivel mundial con más jóvenes ninis, con el 21%, es decir, 1 de cada 5 jóvenes en edad de estudiar o trabajar no lo hace, por sobre el 15% en promedio de la Organización. Datos que deben preocuparnos, dado que el estudio es la base de la movilidad social, así como que el trabajo dignifica y da sentido a nuestras vidas.
Finalmente, lo importante es establecer que más allá de las causas o consecuencias de este fenómeno, ya sea como un problema o como parte normal o natural de nuestra realidad social, lo cierto es que se trata de un desafío que debemos hacer frente en forma decidida con el objetivo de re-encantar a quienes por un motivo u otro están fuera del sistema educativo o laboral, ofreciéndoles alternativas y mecanismos efectivos para vincularse con el mundo del trabajo y de los estudios. Caso contrario, estaremos creando el caldo de cultivo perfecto para la marginalidad y la estigmatización.