En febrero el consenso de los economistas afirmaba que el Producto Interno de Chile iba a crecer durante este 2018 un 3,2%. En marzo corrigieron la cifra a un 3,5%, en gran parte influenciados por el IMACEC de enero. Algunos en particular, sitúan el crecimiento en cifras sobre el 4% y otros aún más optimistas vislumbran un 4,5% para este año. Todas, cifras muy superiores a las proyectadas hace doce meses para este 2018.

Si bien comparto plenamente que el PIB crecerá sobre el 3,2%, considero que el actual gobierno debiese ser prudente con augurios y señales en extremo optimistas, toda vez que incumplir los pronósticos podría generar un ruido innecesario sobre una población que en parte lo escogió exclusivamente por las promesas económicas, y sobre los inversionistas que esperan retornos en función a lo que se anuncia. Por lo mismo, no tiene sentido continuar generando altas expectativas sobre la economía.

En primer lugar, destaco que el presupuesto y el programa de gobierno se confeccionaron sobre una situación económica del país, la que no necesariamente corresponde a la realidad. Nos enteramos en las últimas horas del gobierno anterior que el déficit fiscal no era de un -1,7%, sino de un -2,1%, vale decir, más de 1.000 millones de dólares adicionales de déficit, lo que se traducirá en ciertas austeridades y limitaciones.

De no existir más sorpresas, debe considerarse que las proyecciones de crecimiento se verán beneficiadas primeramente por las bajas bases de comparación en relación al año anterior y la recuperación en sectores tales como el minero. Pero posteriormente, y considerando las brechas existentes en la capacidad productiva, podrían existir problemas para mostrar cifras extraordinarias de crecimiento a partir de los meses de mayo y junio. A esto hay que agregar consideraciones externas como una eventual desaceleración de China o una inflación poco controlada en Estados Unidos, ambos riesgos que podrían generar algún traspié en el mediano plazo.

Por lo mismo, el gobierno debe tomar medidas prudenciales que logren situar adecuadamente las expectativas sobre la economía. En tal sentido considero relevante focalizar el crecimiento en desarrollo económico: mejorar el crecimiento potencial del país consolidando cifras positivas en los últimos años de su mandato, logrando ajustes que permitan suavizar los efectos del ciclo de los commodities, como es el mejoramiento de la diversificación del portafolio exportador; y realizar reformas estructurales para avanzar en urgentes temas sociales.