TRAS CAPACITACIÓN EN CHINA

Dafne Taroppio: “Uno no sólo amplía el conocimiento, sino que también la motivación por hacer este trabajo con pasión y mucho cariño”

Coordinadora Instituto Confucio de Santo Tomás Los Ángeles relató parte de su aprendizaje y experiencia en el país asiático.

Dafne Taroppio, Coordinadora del Instituto Confucio de Santo Tomás Los Ángeles pisó el suelo de Pekín el día 24 de julio, junto a una delegación de otros veintidós chilenos; quienes eran miembros del Ministerio de Educación de Chile y Coordinadores del Instituto Confucio de Santo Tomás de diferentes sedes de Arica a Puerto Montt.

Llegó con la ansiedad propia del viaje y disfrutando cada momento, lo cual permitió que las más de veintidós horas de vuelo no fueran tan incómodas y, asimismo, la humedad del tórrido verano chino que la esperaba a su arribo y que la acompañaría por el resto del periplo.

El viaje se trató de la primera capacitación para el Instituto Confucio de Chile y, en definitiva, la primera de América Latina por parte de la Universidad de Lenguas y Literatura de Beijing y Hanban, que entregó diferentes herramientas, para que los chilenos puedan compartir el conocimiento relacionado al idioma y cultura tradicional y moderna de China.

En esta línea, los invitados recibieron la certificación correspondiente a “profesores de la cultura China”, tras su participación en diferentes cátedras. Por ejemplo, de economía, donde les enseñaron respecto de los principales comercios y lugares importantes de la ciudad de Pekín. También clases de chino mandarín, de pintura, Tai Chi, ceremonia del té y del incienso. De igual manera, reflexiones sobre casos exitosos de transmisión del idioma y cultura China en Chile, entre otras sobre la cultura tradicional y moderna del país asiático.

Pero además de la teoría, la experiencia consideró la visita a lugares emblemáticos de la ciudad de Pekín e igualmente, el imperdible recorrido por ciertos lugares turísticos, como la gran muralla china y el museo de la seda.

De Los Ángeles a Pekín

¿Hubo algo de esta experiencia, que llamara más tu atención?

Me gustó que en todos los parques había adultos y niños haciendo Tai chi o artes marciales. Obviamente el Tai chi es un método integral y maravilloso, que sintetiza el espíritu de la cultura china, la cual tiene muy presente mantener una tranquilidad y equilibrio.

Si bien en China hay lugares donde la vida es bastante caótica, de mucho tránsito, noté que había muchos parques y lugares de autocuidado, para encontrar la tranquilidad.

Como Antropóloga ¿qué lugares emblemáticos te gustó conocer?

El Museo Nacional de China. Un lugar maravilloso, de lujo, gigante, gratuito, de un nivel internacional el cual tiene distintas obras de arte. También distintas esculturas budistas de la China antigua y recorridos más modernos. Vi muchos niños y adolescentes en talleres, a quienes les enseñaban las partes del museo. En general se trabajaba la historia con todas las personas chinas. China hizo ese museo porque querían demostrarle al mundo, cómo ellos honraban y valoraban el pasado. En general, ellos valoran mucho la historia nacional y de sus antepasados. Tienen la frase “si una nación no conoce su historia, no sabe a dónde va al futuro”.

También visitamos el mercado nocturno Donghuamen de Pekín. Ahí se encuentra comida exótica, infinitos insectos, serpientes, etc. Yo probé alacranes.

¿¡Alacranes!? Claro, como buena turista.

Quise probar eso, porque cuando uno está en un lugar y come lo que está ahí estás realmente conociendo la cultura. Si tu aceptas comer lo que te ofrecen generas lazos con las personas, o de lo contrario desconfianza y rechazo. Yo como de todo cuando viajo. Me encantó la comida, tiene muchos condimentos.

Como turista también visitamos el museo de la Seda que está en pleno centro de Pekín.  La ciudad es conocida por las sedas y las perlas de río y mar. Eso si me traje. Había gente de todo el mundo comprando, porque la seda de China es famosa y es un paseo obligado.

Hubo muchos otros tantos lugares que conocimos. Por ejemplo, el Barrio Chino, el Palacio de Verano, donde iba de vacaciones la madre del Emperador; también la Ciudad Perdida, que era la residencia oficial del Emperador o The Place, un centro comercial donde está la pantalla LED más grande de Asia, pero obviamente para mí la guinda de la torta fue la Gran Muralla China que está en la frontera con Mongolia.

Los chinos tienen un lema que dice que cualquier héroe, para serlo debe estar en la Gran Muralla China. Es lindo y uno honra a las personas que trabajaron en esa fortificación, que es el símbolo de China, porque engloba esta idea de mucho trabajo y sacrificio que tienen los chinos; mucha gente murió al construirla. Son más de 2 mil años de historia, entonces es un lugar que tiene mucha energía. Pese a que estuvimos un día entero fue difícil sacar una foto sin turistas, porque estaba atestado de personas de todas partes del mundo.

De la capacitación

¿Qué clase consideras que te entregó más herramientas para la coordinación de Confucio?

Mi clase preferida fue de la China antigua que nos dieron en la Universidad.  Ahí nos explicaron el significado que le dan los chinos al universo. Nos explicaron el taoísmo, el budismo, el confucionismo, entre otros temas. Me encanta eso. Para muchos de mis compañeros, fue lejos la mejor clase.

¿Hay un antes y un después, tras vivir esta experiencia?

Por supuesto. El Instituto Confucio de Santo Tomás Los Ángeles fue inaugurado el 30 de abril de este año y gracias a esta visita me es mucho más fácil poder potenciar esto que está iniciando, porque llegué impregnada de la cultura China y con mayores herramientas para ayudar a quienes se acerquen a Confucio.

Hay muchas actividades novedosas de promoción de la cultura China que se pueden llevar a cabo en Chile y Los Ángeles principalmente, porque no sólo uno amplía el conocimiento, sino que también la motivación por hacer este trabajo con pasión y mucho cariño.