Tamara Leonelli, seleccionada nacional de tenis de mesa: “La inclusión y la diversidad enriquecen al mundo”

La estudiante de primer año de Técnico en Educación Especial del Centro de Formación Técnica Santo Tomás y deportista profesional n°17 del mundo, quien ahora se prepara para los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019, asegura que el país está creciendo en materia de inclusión.  

A los 16 años, Tamara Leonelli (22) llegó a vivir al Centro de Entrenamiento Olímpico del COCH en Ñuñoa. Decidida a ser la mejor jugadora de tenis de mesa, dejó a su familia en Temuco y afrontó la realidad de estar sola en una ciudad extraña. En ese entonces, no sabía tomar una micro o ubicarse en las estaciones del metro, su peor miedo, era toparse por un sinfín de calles en donde no podría desplazarse en la silla de ruedas que la moviliza desde que tiene memoria.

Ese miedo se concretó la primera vez que anduvo en metro. Al salir de la estación Tobalaba camino al mall, la lluvia le jugó una mala pasada y se cayó en medio de la calle. “En ese momento dije ‘ya bueno si me caigo me tengo que levantar nomás ¿qué voy a hacer? Porque sabía que eso podía pasar. Pasó, me paré y seguí”, agrega.

Cinco años después, Tamara recuerda esta escena con humor. Ahora se mueve sin miedo por Santiago, estudia primer año de Técnico en Educación Especial del Centro de Formación Técnica Santo Tomás y tiene una prometedora carrera como deportista profesional.

 “Soy paciente de Teletón desde los cuatro meses de vida, nací con espina bífida, una enfermedad en donde la médula espinal queda afuera. En la rehabilitación participé en cursos para desenvolverme en el mundo y empecé a meterme en el deporte. Hice básquetbol, tenis, atletismo, natación, lanzamiento de bala, hasta que llegué al tenis de mesa y decidí enfocarme 100% en eso. Ahora soy seleccionada nacional y número 17 del mundo en adulto y 4 en juvenil”, dice Tamara.

Años de victoria

El 2015 fue un año definitorio para Tamara, en los Juegos Parapanamericanos de Toronto logró sacar bronce en individual, su primera medalla importante. Eso le permitió quedarse en Santiago y comenzar a entrenar de una manera más metódica. Luego, en 2017, salió campeona panamericana en adulto y, en 2018, clasificó al campeonato del mundo en Eslovenia.

“Cada vez más busco escalar en el ranking, a veces se me escapa un poco, pero trato de ir subiendo. En agosto voy a Lima a los Juegos Parapanamericanos, dependiendo si salgo campeona de mi categoría puedo clasificar a Tokio”, comenta.

Tamara actualmente vive en el Centro de Alto Rendimiento en el Estadio Nacional y entrena entre cinco a seis horas diarias. Durante la semana, combina sus clases con el deporte, muchas veces se desocupa a las 10.30 de la noche. El fin de semana, en tanto, lo deja para estudiar y jugar campeonatos con sus compañeros del CAR. Por lo menos, una vez al mes trata de visitar a su familia en Temuco.

“Venimos llegando de una gira de dos semanas, andábamos compitiendo en Polonia, donde saqué bronce, y en México, donde gané oro y plata. Ahora estoy organizando todo para recuperar y poder rendir los exámenes la próxima semana”, explica.

Estudios e inclusión

Antes de entrar a Técnico en Educación Especial, Tamara estudió Psicología durante un año en una universidad santiaguina, pero se dio cuenta de que esa carrera no era lo suyo. Ahora, la estudiante de primer año, que posee 100% de beca deportiva, destaca el apoyo que le ha dado el Centro de Formación Técnica.

“Santo Tomás me ha ayudado mucho con las pruebas, porque yo viajo harto. La integración de mis compañeros ha sido súper buena, de hecho, cuando tengo que viajar ellos me pasan la materia, los cuadernos, las guías. La carrera es entretenida, lo paso muy bien, aunque igual me estreso, eso no lo niego, pero lo disfruto”, agrega.

Según Tamara, ver el vaso medio lleno parte por cada persona. Las medidas de inclusión en el país están creciendo y que cada vez más se están adaptando calles y construcciones, lo que está generando un entorno más amigable para quienes se encuentran en situación de discapacidad.

“La diversidad y la inclusión enriquecen al mundo. De qué sirve que todos seamos totalmente iguales, es muy plano, es como las emociones, nosotros valoramos la felicidad cuando estamos tristes. A mí me han pasado varias cosas en la vida, pero he ido tratando de superarme porque yo quiero ser mejor. No tengo muchos complejos, trato de no ser pesimista y alegar por todo, porque sé que la solución parte por mí, no por el resto. Puedo incentivarlo y hacerlo yo”, asegura.