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“Que la educación sea tan personalizada me ha gustado mucho porque aprendes más”Alumna de UST Viña del Mar revela detalles de su trabajo de investigación en la Antártica
Maccarena Marcotti, estudiante de Medicina Veterinaria, estuvo más de un mes en isla Rey Jorge desarrollando un proyecto que incluso le abrió las puertas para cursar un magíster en Brasil.
Un martes cualquiera, noviembre del año pasado. Una voz al teléfono dice “Te ganaste la beca, ¿puedes viajar el domingo a la Antártica?”. Y las ideas se atropellan en la cabeza de Maccarena Marcotti: a la semana siguiente comenzaban las pruebas de internado, tenía que pensar con quién dejar a su hija pequeña, armar el equipaje en pocos días. “Era difícil, pero apenas conté en la dirección de la Escuela de Medicina Veterinaria me dieron todo el apoyo y la confianza para decidirme. ‘Anda y tráenos hartas fotos’, me dijeron”, recuerda ahora, cuando le quedan pocos días para defender su proyecto de título en la sede Viña del Mar de Universidad Santo Tomás.
La beca a la cual se refiere es un fondo concursable del Instituto Antártico Chileno (Inach), Correos de Chile y la Fuerza Aérea de Chile (Fach) al que ella postuló con un proyecto denominado “Determinación de la presencia de residuos farmacológicos en aguas del océano austral”, que en ese momento era su anteproyecto para obtener el título profesional. Fue elegida -se transformó en la primera estudiante de UST en lograrlo- y eso le valió estar más de un mes en la isla Rey Jorge.
Ir a la Antártica era un sueño para esta joven quillotana desde que un profesor de práctica le contó que había estado allá. “Se me metió en la cabeza que quería ir, aún no sabía a qué, pero quería ir”, cuenta. Buscando una fórmula llegó a la página web de Inach y mandó el proyecto pensando en que “si me iba bien, bacán; si me iba mal, bacán igual”.
“Partí a fines de noviembre sola, sin mi profesor guía (Felipe Sotomayor). Correos de Chile se preocupa de enviarte desde tu ciudad a Punta Arenas, después la Fach te lleva a la Antártica y allá comes y duermes con la gente de la Fach. El Inach te entrega equipamiento como ropa y GPS, pero los materiales de investigación debes llevarlos tú”, resume.
El solitario trabajo en la Antártica
No pasó mucho tiempo para que Maccarena descubriera que debería arreglárselas sola para sacar adelante su investigación: “o sea, te apoyan cuando necesitas algo, pero ni pensar en tener a alguien al lado tuyo todo el día. Y eso es complicado porque se supone que allá uno no puede salir solo y yo necesitaba ir a tomar muestras, así que le pedí ayuda a los investigadores extranjeros, a los alemanes y rusos que estaban cerca en sus propios proyectos”.
“A veces era desesperante, pero nunca tanto para pensar en irme de ahí. Pasaron dos semanas en que el clima impedía que saliéramos y cuando los días estaban bonitos todos querían salir a pasear, tomarse fotos, nadie quería acompañarme a tomar muestras. Eso fue difícil, pero al final los equipos de otros países prácticamente me adoptaron. Ellos me acompañaban en mi trabajo y yo en el de ellos”, señala.
A pesar de estos inconvenientes, la alumna de UST Viña del Mar asegura que el viaje a la Antártica “fue más y mejor de lo que yo esperaba. A mí me gustan los animales, por algo estudié Veterinaria, y allá realmente tú vives en el mundo de los animales, no como acá que los animales viven en tu mundo. El respeto es total, por ejemplo, un día había tres pingüinos en la pista de aterrizaje y tuvieron que sacar un avión para no molestarlos. Lo mismo pasó con una foca que dormía en el camino donde tenía que pasar un zodiac: agrandaron el camino, pero a ella no la tocaron”.
Trabajo conjunto e invitación a Brasil
Otro punto importante de su paso por la Antártica es que contó con el apoyo del doctor en ciencias Ozelito Possidonio de Amarante Junior, especialista brasileño en la investigación de contaminantes de origen farmacológico presentes en aguas de distintas fuentes. “Mi profesor guía se acordó que él trabaja en la Universidad Federal de Río Grande del Sur y pensó que quizás podría ayudarnos. Se supone que solo nos iba a guiar un poco a la distancia, pero la verdad es que si no fuera por él nada de esto habría resultado porque la investigación me iba a salir carísima, los materiales costaban más de 450 mil pesos y los análisis costarían cerca de 500 mil pesos. Era imposible”.
Así, Maccarena llegó a un acuerdo con el profesional brasileño, quien financió gran parte de los gastos: “me mandó los materiales y después analizó las muestras, pidiéndome a cambio que él pudiera utilizar esas mismas muestras para hacer otros estudios. Obvio que acepté”.
En cuanto a los resultados de su investigación, la estudiante de UST Viña del Mar comenta que “yo estaba buscando cuatro fármacos específicos y no encontré ninguno. Pero entre los estudios que hizo De Amarante “encontró cosas bien interesantes. Por ejemplo, en 18 de 20 muestras había BPA, que es el químico que sueltan los plásticos, también había ácido salicílico y un par de pesticidas, cosas bastante interesantes”.
A partir de este trabajo conjunto, Maccarena y su profesor guía Felipe Sotomayor fueron invitados a realizar estudios de Magíster en Estudios Oceanográficos en la mencionada universidad brasileña. “A Ozelito ni siquiera lo conozco en persona, pero insiste en que nos vayamos pronto, pero por ahora estoy pensando en titularme y después veremos, así que solo puedo decir que estoy muy agradecida de lo que me tocó vivir”.