Estudiantes de Santo Tomás Concepción viajaron como voluntarios para ayudar a los afectados por los incendios de la quinta región

Impulsados por las ganas de ayudar a las familias damnificadas en los incendios en Viña del Mar, tres estudiantes de Santo Tomás Concepción fueron como voluntarios de Techo, y entregaron su ayuda para la reconstrucción de viviendas. Se trató de Constanza Sanhueza de Construcción Civil, Alberto Andrade de Ingeniería en Informática, y Christofer Pozo de Técnico en Gestión Turística, quienes a pesar de ser de distintas carreras se unieron en su objetivo de ser un apoyo para los afectados por los incendios.

Los tres estudiantes permanecieron en el lugar por 10 días, formando parte de los más de 150 voluntarios de distintas regiones convocados por Techo. Constanza, alumna de cuarto año de Construcción Civil, lleva 7 años siendo parte de la organización, y explicó que en esta oportunidad la ayuda consistió en la construcción de casas, completándose un total de 36 casas aproximadamente.

“Uno como voluntario ve en las noticias y detecta algo que le molesta o una situación en la que uno cree poder ayudar. Uno tiene esa inquietud siempre presente, pensando inmediatamente de qué forma puedes ayudar, qué podemos hacer”, declaró.

Renato Rios, director de Asuntos Estudiantiles (DAE) de Santo Tomás Concepción valoró la participación de los estudiantes en este tipo de situaciones en las cuales desarrollan su compromiso social con la comunidad.

“Para nosotros como DAE es muy importante que nuestros alumnos participen en estas instancias. Ellos son voluntarios y esto les impulsa a colaborar y ayudar. En esta oportunidad se destaca que este servicio los lleva a viajar hasta Viña del Mar, en donde se vive un contexto muy complejo. Por eso les felicitamos y les impulsamos a que mantengan siempre este deseo de apoyar a la comunidad, algo tan fundamental que refleja además los valores de Santo Tomás”, dijo el director de la DAE.

Una experiencia agridulce

Alberto Andrade, estudiante de cuarto año de la carrera de Ingeniería en Informática, contó que todo empezó cuando el primer día de los incendios vio en redes sociales las noticias. El haber participado en los Trabajos Voluntarios de Santo Tomás le hizo darse cuenta que tenía las capacidad y posibilidad de aportar, así que inmediatamente se puso a buscar una organización que estuviera convocando voluntarios para ir a ayudar a los damnificados.

“La experiencia fue un montón de emociones juntas. El hecho de estar feliz por ayudar, pero cansado y triste por las familias y sus experiencias, la sensación de conocer gente nueva en ese contexto. Todo fua una mezcla de emociones donde uno pasa de la tristeza a la alegría una y otra vez. Los valores entregados en mi formación fueron unos de los principales motivos por los que me atreví a ir. Al participar en los voluntariados de Santo Tomás fui formando el deseo de querer ayudar, sin importar las circunstancias”, expresó.

Experiencia similar vivió Christofer Pozo, alumno de segundo año de Técnico en Gestión Turística, quien cuenta que una amiga le preguntó si deseaba ir, a lo que aceptó. “Luego de ver la crueldad de los incendios, la idea de poder aportar, aunque fuera un poco, para mí ya era algo, y eso me impulsó”, contó.

Agregó que “algo que me marcó bastante fue la actitud que tenían las personas, porque a pesar de todo estaban esperanzados y agradecidos. Definiría esta experiencia en dos palabras: cruel, por lo que se vivió y por lo que vimos allá. Pero por otro lado era maravilloso, el poder reconstruir y aportar”.

Constanza Sanhueza coincidió con sus compañeros voluntarios, y contó que ”era difícil ver todo ese lugar de otros colores. La gente que vive ahí te comentaba que todo era muy floreado y verde, había hartos árboles y de un momento a otro se volvió café y negro por el incendio. Pero, aunque era triste, las familias te lo contaban con la esperanza de que vuelva a ser de esa manera en el futuro”.