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Dra. Carmen Espoz en entrevista El Mercurio: «Necesitamos comunidades informadas y organizadas»

Monitorear, investigar y proteger el humedal de Bahía Lomas, en Tierra del Fuego, es lo que guía el trabajo de esta bióloga marina. Aquí, el camino que ha recorrido para salvaguardar el ecosistema de miles de aves que migran desde el hemisferio norte para pasar el verano en la zona austral chilena.

Al noreste de la Isla Grande de Tierra del Fuego se ubica uno de los humedales más sureños resguardados por el Estado y una de las zonas de mayor importancia para las aves playeras del hemisferio sur. ¿Su nombre? Bahía Lomas, un sitio declarado de importancia internacional por la Convención Ramsar (2004), Reserva Hemisférica de Aves Playeras en 2009 y, desde abril de este año, también fue designado santuario de la naturaleza: el más austral de Chile. Esta zona ofrece extensas áreas de alimentación para las más de 50 mil aves que anualmente migran hasta este lugar —muchas de ellas provenientes del Ártico canadiense— para alimentarse, descansar o reproducirse durante la temporada de primavera-verano. Se trata de un sitio rico en biodiversidad, donde se pueden encontrar especies como el playero ártico, el zarapito de pico recto, el pilpilén austral, el chorlo de doble collar o el chorlo de Magallanes, pero es además una zona que hace años se encuentra amenazada por la reducción de ecosistemas aledaños y por la disminución de ejemplares de aves que históricamente llegaban.

Carmen Espoz, doctora en Ecología y directora del Centro Bahía Lomas de la Universidad Santo Tomás, conoce muy bien esta realidad.

A través de esta organización, desde el año 2000 trabaja liderando censos aéreos anuales de las aves y gestionando un programa de monitoreo ecológico para algunas de las especies que llegan. Y todo eso, además de realizar actividades de difusión ambiental en colegios y comunidades locales.

Desde que la zona se declaró ‘santuario’, la organización que encabeza quedó a cargo de la administración del lugar, donde por estos días la especialista se encuentra avanzando en un proyecto para actualizar el Plan de Manejo Bahía Lomas: es el comienzo de una iniciativa que busca crear la infraestructura necesaria para que se puedan realizar visitas guiadas al lugar.

«Después de 17 años de trabajo colaborativo, hemos avanzado muchísimo, porque hay ecosistemas y especies que están desapareciendo. Por ejemplo, lo del playero ártico —una de las aves emblemáticas de Bahía Lomas— es decidor. En la década de los 80 y 90 se registraban cerca de 45 mil individuos, pero hoy la población varía entre los 9 mil y 15 mil», dice, y continúa:

«El problema es que la tendencia registrada en los playeros árticos es compartida por la mayoría de las aves playeras migratorias, que enfrentan múltiples amenazas en los sitios donde se alimentan, descansan o se reproducen. Si tenemos éxito en nuestros programas, ellas podrán seguir admirando y beneficiándose de este y otros ecosistemas».

Para Carmen, dedicar su vida al cuidado de la naturaleza era algo instintivo. «Todos los recuerdos me llevan a la Biología Marina», dice, y se remonta a cuando tenía once años, momento en que recibió un equipo de química de su abuelo y su colección de libros sobre el fondo del mar. «Las dos cosas que más me marcaron». Años más tarde, esta vocación la llevaría hasta la Universidad Católica de Chile para estudiar Biología Marina, donde descubrió su pasión por la ecología, lo que años más tarde la llevó hasta el doctorado en esa especialidad.

Por estos días, la bióloga, además de su trabajo en el Centro Bahía Lomas, se desempeña como decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Santo Tomás, desde donde añade: «Científicas y científicos ya no damos abasto con la cantidad de problemas ambientales que tenemos. Es absolutamente necesario involucrar a las comunidades en la conservación. Necesitamos comunidades informadas y organizadas. Se requiere avanzar rápidamente en promover e incentivar la participación ciudadana en la conservación. Todo suma».

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