La sociedad es un organismo compuesto de humanos. Posee mente, emociones, un cuerpo y un lenguaje. Se expresa constantemente, y va cambiando en relación con el tiempo y al contexto global. Desde esta noción es comprensible que este ser también pueda enfermar. No obstante, detectar la enfermedad social no es tan complejo como tratarla.

Desde hace un tiempo se habla de una sociedad enfermiza, que hizo síntoma en distintas áreas; salud, educación, sistema de pensiones, vivienda, seguridad, etc. La diversidad de problemáticas obstaculiza la visión de una falla multisistema, falla producida por una enfermedad autoinmune. No obstante, la sociedad ha demostrado en el pasado que sus crisis han motivado cambios que promueven un avance en su ciclo vital. Estas crisis dejan secuelas, estas deben ser abordadas, de lo contrario, van mermando internamente, incapacitando su funcionamiento “normal”, y reactivando la enfermedad.

Surge así la necesidad de una Terapia Social, una intención de reparar en el daño, secuelas y síntomas aún presentes en la sociedad. Ser consciente de la enfermedad es un primer paso para el tratamiento, el siguiente es la problematización, para motivar a la sociedad a buscar la recuperación y mejoría.

Condicionantes para esta terapia serán que la sociedad mantenga una postura de disposición al cambio, una meta terapéutica bien formulada, ser constante con sus sesiones de tratamiento, respetando sus propios tiempos para ir integrando nuevos patrones de funcionamiento en distintos niveles, y comprendiendo que se debe ajustar a un plan de acción donde existirán intervenciones individuales, pero también otras a nivel de relaciones exteriores, y como parte de un sistema global mayor.

Lograr una sociedad saludable es un trabajo constante, que nos debemos todos aquellos que la componemos. Revisar nuestro rol y comprender que en la cooperación podemos lograr cambios es un aporte para el tratamiento de nuestra sociedad, alcanzando así nuestra meta terapéutica. «Estar bien» no debe representar un ideal, sino un objetivo concreto y realista, en tanto logremos ir reconociendo y connotando positivamente los micro cambios, que van sosteniendo un cambio mayor, siempre con orientación al bienestar social, un bienestar en el que todos somos responsables, y a la vez, beneficiados.