Prevención de la violencia contra la mujer: ¿Por dónde empezamos?

Durante el año 2020, la pandemia sanitaria reveló de manera tajante otra pandemia, tan peligrosa y destructiva como el COVID 19, una pandemia social que se desató en muchos hogares de nuestro país y que elevó dramáticamente las denuncias a nivel nacional.  Me refiero a la violencia hacia la mujer en el contexto familiar, violencia física, psicológica y económica entre otras.

Según cifras del SERNAMEG, el año 2020 terminó con 43 femicidios. Mujeres que en muchos casos recurrieron a la justicia para proteger sus vidas y de igual forma terminaron muertas en manos de su victimario. Al 8 de febrero de 2021 se contabilizan 3 femicidios y 14 femicidios frustrados. Durante el año 2020, entre marzo y septiembre las denuncias al fono 1455 por violencia aumentaron en un 190% en comparación al 2019, lo que dejó claramente establecido que los esfuerzos desplegados por las autoridades no han dado respuesta a esta problemática ni dado resguardo a las víctimas.

Desde la política pública impulsada por el SERNAMEG se desarrollan constantes acciones para prevenirla, pero convengamos que este flagelo no es responsabilidad del gobierno de turno, es una misión de Estado y su institucionalidad, pero, sobre todo, involucrando a la sociedad en su conjunto. Para esto debemos entender que la violencia hacia la mujer en el contexto familiar no debe entenderse como una problemática anclada en el ámbito privado o domestico sino una problemática social que debe ser abordada y entendida desde lo público con una mirada hacía el bien común, identificándola como uno de los tantos tipos de violencia existentes que urge visibilizar.

Para muchos, la mejor herramienta para enfrentar la violencia hacia la mujer en todas sus formas es la prevención y educación, con la intención de deconstruir estereotipos y patrones culturales que contribuyen a perpetuar un sistema de violencia normalizado por mucho tiempo. La pregunta es ¿hacía donde enfocar los esfuerzos? Si bien es cierto, todo aquello que contribuya a educar en los territorios y comunidades siempre será un aporte, se requiere una intervención desde el Estado, dando énfasis a la política pública con perspectiva de género, como guía del quehacer institucional en búsqueda de la trasformación de esta realidad.

Frente a la problemática de la violencia hacía la mujer, la política con perspectiva de género en el ámbito educacional, considerando todos sus niveles, cobra especial significancia, sin dejar de lado los otros ámbitos de intervención desde el Estado que también son necesarios de abordar.

Según los autores Eramis Bueno y Gloria Valle, “…la política pública debe ser abordada considerando las diferencias de género, la naturaleza de las relaciones entre hombres y mujeres, así como sus diferentes realidades sociales y roles, dimensionando y visualizando las diferentes condiciones y necesidades de mujeres y hombres.”

Incorporar la perspectiva de género en todos los niveles educacionales puede ser un aporte significativo hacia una transformación cultural, hacia una sociedad más justa, con equidad, donde se logré disminuir considerablemente los niveles de violencia, no sólo familiar, sino todos los tipos de violencia que hoy prevalecen, pero, sobre todo, lograr vivir en una sociedad donde no necesitemos ser protegidas.

Foto de Viktoria Slowikowska en Pexels
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