“El hombre exige, además, por derecho natural el debido respeto a su persona, la buena reputación social, la posibilidad de buscar la verdad libremente y, dentro de los límites del orden moral y del bien común, manifestar y difundir sus opiniones y ejercer una profesión cualquiera, y, finalmente, disponer de una información objetiva de los sucesos públicos.” (Pacem in Terris n° 12).

Palabras de Juan XIII que de una u otra manera pueden ser una palabra al Chile de hoy.

Pareciera no ser fácil hablar de Paz y de Crisis armonizadas con los acontecimientos que estamos viviendo, pero creo importante que la crisis entendida como cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o situación o la manera en que estos son apreciados (RAE), debiese ser una gran oportunidad de alcanzar la Paz.

Entonces, ¿cómo alcanzar la comunión positiva de estos conceptos? Primero, la Paz no es una formula mágica ni mucho menos un condimento, la Paz es un proceso que requiere cuidados para que esta se conserve, es decir, si no se trabaja por ella de manera especial cuidando no dejar de lado las obligaciones de equidad y justicia, la podemos perder.

Las manifestaciones que hemos visto, para muchos son el fiel reflejo de haber dejado de lados las obligaciones que como sociedad debimos haber cuidado y atesorado, donde todos los actores sociales, políticos, asociaciones, sindicatos, las iglesias, universidades, empresarios, rostros de televisión, los distintos poderes del estado, y cada ciudadano, hoy dicen tener claro el por qué. Todos lo sabíamos, por tanto, somos todos responsables, desde donde nos corresponde, de lo que acontece, es por eso que todos somos responsables de salir de esta crisis con la bandera de la PAZ.

¿Cómo salir? la dirección la sabemos y al parecer estamos todos de acuerdo, pero la forma es lo complejo, lo que nos divide y lo que nos distancia. Pero si la verdadera intención de todos es la PAZ para estos tiempos de crisis, necesitamos saber que esta se logra de la mano de fraternidad sin justificar la violencia venga de donde venga, se logra con la participación de todos y de todas desde las instituciones y desde los ciudadanos en un deseo profundo de encuentro y unidad,  donde el diálogo sea la herramienta, donde cada uno se comprometa y ceda en la búsqueda de mínimos morales de equidad, justicia y libertad, que el objetivo sea el bien común, para que hagamos de Chile “La copia feliz del Edén”.

Sin duda es un camino que debemos recorrer juntos mirándonos a los ojos y con la clara convicción que la Crisis nos hará crecer como País, pero sobre todo nos hará crecer en unidad, en armonía con el ambiente y nuestro entorno, haciendo que cada chileno y chilena se sienta protagonista y constructor de la PAZ.