Océano, azul pero ácido
No basta con celebrar el océano durante mayo, necesitamos en forma urgente que todos los días sean una celebración del cuidado del océano. La próxima Conferencia de las Partes COP25, a realizarse en Chile, será la COP azul, ya que tendrá un fuerte énfasis en el océano como componente principal de las negociaciones climáticas.
Es virtualmente cierto que las concentraciones de CO2 atmosféricas son las más altas de los últimos 800 mil años y el océano ha absorbido cerca de un 28% de los 545 PgC (545 x 1014 K de C) emitidos desde el comienzo de la revolución industrial. Es decir, la concentración de CO2 atmosférico sería mucho mayor sin esta absorción que realiza el océano, teniendo un importante rol en mediar los efectos del cambio climático global. Además del aumento en temperatura y nivel del mar debido a contenido calórico del océano, como resultado del calentamiento también aumentará la estratificación entre las aguas superficiales cálidas y profundas frías, reduciéndose la ventilación u oxigenación del océano. Finalmente, los principios químicos que determinan la respuesta del océano al aumento de CO2 se comprenden bastante bien: el exceso de carbono atmosférico seguirá ingresando al océano por siglos, afectando la presión parcial del CO2 y su nivel, por lo que el océano continuará acidificándose.
Ecosistemas como los de surgencia costera de Chile serán los primeros en evidenciar estos impactos, seremos espectadores de un proceso de transformación de los ecosistemas marinos respecto al estado saludable que conocimos hace décadas atrás cuando facilitó el desarrollo de una cultura asociada a la pesca, acuicultura, turismo y navegación.
Un océano acidificado, caliente y sin oxígeno reúne las condiciones para un impacto radical sobre los ecosistemas costeros, sus recursos, servicios y sectores socioeconómicos. Para esta COP25 Chile tiene la oportunidad histórica de marcar un precedente para darle un sentido de urgencia y acelerar las acciones globales que nos lleven a enfrentar los desafíos del cambio climático. Para esto se debe utilizar y fortalecer todo el conocimiento de científico, tecnológico y social que Chile ha desarrollado en las últimas décadas.