¿Qué nos está pasando “colegas”; cuándo dejamos de formar ciudadanos?

Tal vez muchos profesores como yo, nos preguntamos ¿qué nos ha pasado como profesionales,  que ahora “otros” nos dicen lo que tenemos que hacer en nuestras aulas? Sí, porque hay “expertos” que, desde muy lejos, definen  el currículum que debemos enseñar a todos los niños y niñas de Chile, pensado para un estudiante “promedio” que no existe en ninguna de nuestras escuelas.

De esta manera se nos ha transformado en tecnócratas que aplicamos unos programas elaborados a toda prueba, así sólo queda seguir las instrucciones para enseñarlo y evaluarlo, porque los resultados son importantes para seguir siendo parte de comunidades de países que exigen homologar los sistemas educativos, basados en el propósito de alcanzar el éxito económico.

Bajo este orden, hoy pareciera ser que los resultados y las estadísticas, nos tienen tan mareados que nos olvidamos que educamos a personas de carne y hueso, que sienten, piensan y que no pueden ser homologados por números. Somos testigos de un vertiginoso proceso de deshumanización de nuestra educación, desde la escuela primaria a la universidad, por el dogmatismo del “dato duro” y de “evidenciar resultados” (lo observable, medible y cuantificable). Sin darnos cuenta, la persona humana – sea estudiante o maestro ha desaparecido del horizonte educativo por la proliferación de los test estandarizados enfocados hacia el logro, por las exigencias alienantes de cobertura de currículos para formar individuos competentes que se inserten en el mundo del trabajo y del consumo, dejando en un segundo plano aspectos fundamentales, tales como el desarrollo espiritual, el desarrollo moral, el desarrollo artístico y cultural, el respeto por el otro y la sociedad,  y con ello la sensibilización por la vulnerabilidad, pues se necesitan hombres y mujeres capaces de vivir en un mundo globalizado cuyo propósito es contribuir eficazmente al desarrollo económico. Por eso, el académico español Jurjo Torres Santomé, sostiene certeramente que el currículum escolar de nuestros países, sigue los lineamientos de la OCDE que “pretende ejercer el rol de Ministerio del Planeta Tierra”, olvidando que la educación debe tener como propósito la formación de ciudadanos, no de empleados. Es decir, personas no sólo con capacidades laborales, sino personas capaces de “entender y construir la sociedad”.

Si bien los resultados de las mediciones externas son importantes, éstas no son el propósito de una escuela o colegio, ni pueden dictar los lineamientos curriculares para todas las escuelas de Chile. Somos los profesores quienes debemos adecuar el currículum de acuerdo a los diferentes contextos en que educamos. Los resultados que nos interesan son los resultados educativos, porque es urgente formarnos como personas conscientes de la realidad en que vivimos: como país, región, comuna, barrio, lugar y familia; personas con conciencia ética, espíritu democrático activo e inclusivo; sensibles con la vulnerabilidad humana y del ambiente natural; comprometidos con el uso sustentable de nuestros recursos, cuidadosos del medio ambiente y respetuosos de los demás, es decir, necesitamos formar ciudadanos más que individuos competentes.