Milei: No hay estados omnipresentes… pero tampoco mercados omnipotentes
El presidente electo Javier Milei prometió un ajuste estructural profundo en Argentina que tiene expectante al mundo entero. La promesa de sacar a un país del estancamiento económico y de la crisis inflacionaria que supera el 142%, hizo eco en una sociedad que actualmente tiene un 40% de pobreza y que exigió un cambio de dirección en el manejo de sus asuntos económicos… un cambio que apuntó hacia el populismo de extrema derecha.
Autodenominado como un economista libertario que defiende la economía del laissez-faire, Milei promueve el libre mercado y la propiedad privada para el éxito económico. “¡Libertad!”, fue la palabra más aclamada por sus seguidores(as) durante su primer discurso presidencial. El nuevo gobierno declaró la urgencia de dejar en manos del sector privado todo lo que pueda estar en sus manos y reducir al mínimo la capacidad del Estado.
Los(as) economistas convendrán que el libre mercado puede generar una asignación eficiente de los recursos. Los modelos clásicos muestran que, si las fuerzas del mercado operan libremente, sin intervención del Estado, se puede alcanzar un punto de eficiencia. Aunque, un resultado eficiente también podría ser aquel con una alta concentración de los recursos. Esta situación, aunque eficiente, podría ser no deseable desde el punto de vista social.
La condición del mercado es clara: si no pagas el precio, no accedes. Lo anterior implica que las personas que no pueden pagar el precio por un bien o servicio serán expulsadas del mercado. Entonces, ¿si estoy enfermo(a) y no puedo pagar por un servicio de salud?, ¿si mis hijos(as) quieren estudiar pero mi salario no alcanza para pagar por su educación?, ¿y si mi pensión es muy baja y no me alcanza para comprar mis medicamentos?
Si dejamos al mercado como único proveedor de bienes o servicios esenciales para la sociedad, una parte importante de ella no podrá acceder a ellos. En este contexto, el Estado aparece como otro posible proveedor de estos servicios. Este es el caso de la educación gratuita y la salud pública que, a pesar de tener deudas en su cobertura y calidad, son una opción para quienes el mercado les cerró la puerta.
“Hoy se termina el modelo empobrecedor del Estado omnipresente”, afirmó Milei. Es cierto, el Estado no es omnipresente, de hecho, muchas veces no está presente para cubrir las necesidades de su población, mientras los recursos públicos se pierden en el camino. Sin embargo, el mercado tampoco es omnipotente. El mercado no puede ni debe hacerse cargo de todas las necesidades de una sociedad.
La historia muestra que los mercados también pueden fallar y que, cuando esto ha ocurrido, los Estados se han hecho cargo de estas fallas para sacar a sus países de crisis financieras, económicas y sociales. Así, el discurso sobre mercado versus Estado es un retroceso. Actualmente, la discusión está centrada en avanzar hacia Estados eficientes que incentiven la actividad privada para que esto se traduzca en un mayor bienestar social.
Las alternativas no siempre son color blanco o negro, algunos resultados exitosos muestran que la capacidad de hacer mixturas de grises, que además es todo un arte, es más beneficioso para una sociedad en el largo plazo.