Calidad de vida urbana para Antofagasta

En días pasados, se generaron diversas opiniones en torno al posicionamiento de la ciudad de Antofagasta como el área metropolitana con la mejor calidad de vida urbana de Chile, según el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) 2019. Por una parte, hubo valoraciones positivas frente al trabajo colaborativo realizado por diferentes actores locales para ejecutar proyectos relevantes en la ciudad. Por otro lado, surgieron algunas dudas respecto a la correspondencia entre el primer lugar del ranking y la realidad local.

Este anuncio generó contraste con algunas situaciones con las que convivimos diariamente. Entre ellas, los efectos adversos que trae consigo vivir cerca de la zona industrial y el puerto de la ciudad, los ruidos molestos de los pubs ubicados en sectores residenciales, la lentitud en el manejo de rellenos sanitarios, los usos indebidos del espacio público, entre otras, las cuales evidencian que Antofagasta necesita avanzar en su gestión urbana, para así disminuir los efectos negativos de no regular el crecimiento urbano.

Lo vivenciado en la “Feria de las Pulgas” es un ejemplo ilustrativo de por qué es importante monitorear los cambios de la estructura urbana de la ciudad. La realidad económica y social de un territorio cambia a través del tiempo, por lo que la regulación urbana debe ir acompañada del monitoreo continuo de estos cambios. Debemos avanzar hacia la identificación anticipada de estos potenciales desajustes para actuar de forma expedita frente a ellos, sin esperar a que el descontento ciudadano se manifieste de múltiples formas.

Lo anterior nos conduce a repensar si estamos canalizando efectivamente las necesidades que tienen las personas a nivel de manzana o barrio, en acciones que se traduzcan en una mejor calidad de vida. El crecimiento de la ciudad es una realidad, por lo que las necesidades y demandas de la misma se irán complejizando. Frente a ello, la gestión urbana deberá ir un paso adelante para aprovechar las ventajas del crecimiento urbano, y enfrentar los costos asociados al mismo.

Así, la calidad de vida urbana debiera traducirse en un estado satisfacción frente a las condiciones de vida y desarrollo que nos ofrece la ciudad. Este no es sólo un tema de cuantificación de la provisión de bienes y servicios públicos y privados, como mide el ICVU. También es importante la valoración que hacen los mismos residentes sobre éstos. Es importante que avancemos en la planificación, monitoreo y evaluación de la política urbana, para así propiciar el crecimiento urbano ordenado y una mejor calidad de vida para todos.