Menos jumper y corbata, más zapatillas: reemplazo del uniforme por buzo en centros educativos
Ya ha pasado más de un año desde que el Ministerio de Educación (Mineduc) recomendó a todos los centros educativos del país, dejar a los estudiantes usar el clásico uniforme escolar (jumper/falda o pantalón con camisa/polera) y reemplazarlo por buzo y zapatillas. La idea es permitir que las niñas y niños vayan a clases con ropa deportiva, no solo cuando tienen educación física, sino todos los días, y así puedan moverse libremente.
En la actualidad, la normativa educacional establece que los colegios pueden definir como obligatorio el uso del uniforme escolar que ellos establezcan en sus reglamentos internos y, a la fecha, son escasos los centros educativos que han acogido esta propuesta gubernamental, pese a que esta innovadora idea pudiera traer muchos beneficios, algunos incluso insospechados. Al respecto, los posibles aportes de sustituir los uniformes por buzos serían:
- Estimularía el movimiento en los espacios pedagógicos. Especialmente, si consideramos que los escolares pasan muchas horas al día en los establecimientos educativos con ropas ajustadas, sin la ventilación adecuada e incluso en espacios muy calurosos que no facilitan el movimiento corporal.
- Sentirse más cómodos y confortables podría aumentar su atención y motivación para asistir a clases.
- Fomentaría el aumento de los niveles de actividad física en los establecimientos, lo que a la larga podría ayudar en la reducción de los altos índices de obesidad y sedentarismo infantil, y la creciente prevalencia de enfermedades crónicas.
- El buzo podría aumentar la actividad física no solo en clases de educación física o en los recreos, sino que también en el resto de las asignaturas. Este punto es tal vez el mayor de los desafíos que tiene la docencia, ya que podría promover el uso de metodologías innovadoras que empleen la actividad física como eje esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Este cambio de paradigma ayudaría a flexibilizar el currículum y motivaría a los docentes a hacer clases activas, lo que según la evidencia científica, facilitaría el aprendizaje de los escolares. En este último punto, profesionales especialistas en actividad física y prescripción de ejercicio, como es el caso de los kinesiólogos, tienen mucho que decir, ya que podrían capacitar a los docentes en el uso de las mejores estrategias para crear clases que, a través del movimiento, potencien conductas y habilidades asociadas a la cognición en el contexto escolar, como la atención, memoria, motivación, resolución de problemas complejos y trabajo en equipo.
Por ahora, como es una recomendación, tendremos que esperar para saber qué colegios se seguirán sumando a esta buena iniciativa y a futuro, conocer qué efectos tendrá en la salud y rendimiento escolar.