Actividad física y ejercicio en adultos mayores en tiempos de confinamiento por COVID 19

La enfermedad del Coronavirus 2019 (COVID-19), causada por el virus SARS-CoV-2, se ha convertido por estos días en el principal problema de salud pública en el mundo. A la fecha, según el Ministerio de Salud, en Chile existen 677.151 total de casos, 3.400 casos diarios nuevos y 17.573 fallecidos a causa de esta enfermedad, siendo aún una de las prioridades de mayor urgencia la contención en la expansión de contagios a causa del virus.

Algunas de las medidas de protección adoptadas por los gobiernos de países con mayor afectación como China o Italia, y que Chile paulatinamente ha ido adoptando, han consistido en implementar el cierre de fronteras y limitar en la mayor medida posible la aglomeración de personas en espacios públicos abiertos y cerrados, incentivando a las personas a quedarse en su hogar con el fin de reducir la exposición al virus y limitar el contagio a otros sujetos. Estas medidas se hacen absolutamente necesarias para disminuir la tasa de contagio y de mortalidad asociada al virus SARSCoV-2, especialmente en los grupos vulnerables como las personas mayores a 65 años, con obesidad, fumadoras, con más de una enfermedad crónica (diabetes e hipertensión, entre otras), físicamente inactivas o con una baja capacidad pulmonar, lamentablemente conllevan restricciones en la participación de las personas en actividades como la práctica regular de actividad física (AF). En este contexto, una de las poblaciones que más se podría ver afectada con el aislamiento social son las Personas Mayores (PM).

Es necesario considerar que las medidas políticas destinadas a la restricción al libre desplazamiento van a conducir a periodos prolongados de inactividad física, en donde es muy probable que se privilegien conductas como estar sentado, mirar la televisión, usar el computador o el celular, por periodos de tiempo prolongados. Según datos recolectados a nivel mundial indican que el aislamiento social ha tenido un drástico impacto en los niveles de actividad física de la población. Además, todas estas conductas de sedentarismo, si son mantenidas en el tiempo, pueden afectar negativamente el estado de salud y/o condición funcional en este grupo etario. Esto ya lo han corroborado diversos estudios. A modo de ejemplo, una investigación realizada en hombres (promedio edad 23,8 años, IMC 22,1 kg/m2) los cuales fueron sometidos a una intervención donde redujeron la cantidad de pasos diarios de 10.501 a 1.344 durante 2 semanas. Posterior a esta reducción en la cantidad de pasos los participantes presentaron importantes cambios en su perfil metabólico asociados a 57% de aumento en insulina, 34% de aumento de péptido-C, 21% de aumento en triglicéridos, mientras que la masa grasa intraabdominal aumento en 6,7%.

Considerando estos antecedentes y el actual desafío sanitario que enfrenta el país, es importante diseñar programas y políticas públicas orientadas a mantener y promover la práctica de actividad física regular en personas mayores durante la pandemia del COVID-19. Así como implementar medidas que vayan dirigidas a limitar los periodos de tiempo sedentarios de los AM, en concordancia con su estado de salud reciente, mientras se encuentren en casa, promoviendo la práctica periódica de rutinas de AF. El rol, tanto de las autoridades del Ministerio de Salud e Instituto Nacional de Deportes, así como el de los profesionales encargados de trabajar en terreno en estos programas, será fundamental para lograr dicho propósito.

La inclusión de ejercicios en el hogar debiese abordar al menos los componentes básicos de la condición física-funcional, tales como fortalecimiento y estiramientos de miembros superiores e inferiores, ejercicios dirigidos al equilibrio estático-dinámico y control postural, capacidad aeróbica, así como aquellos destinados a la salud mental. Los ejercicios debiesen contemplar el uso de implementos y estructuras fáciles de encontrar en el hogar, como por ejemplo subir-bajar escaleras, pararse-sentarse de una silla, control postural sobre superficies inestables (una almohada en el suelo), entre otras.

En este escenario, los profesionales de la rehabilitación, como los kinesiólogos, adquieren un rol protagónico al favorecer la restauración de la funcionalidad y la independencia en actividades cotidianas, mediante la prescripción de ejercicios y protocolos de intervención acorde de las necesidades propias de cada individuo.

Referencias:

  • Acosta-Dighero R, Rodriguez-Nuñez I, Solis-Grant MJ, Torres-Castro R, García-Soto C. Rehabilitación post COVID-19: un desafío vigente. Rev Med Chile. 2020; 148:1518-1534.
  • Celis-Morales C, Salas-Bravo C, Yañez A, Castillo M. Inactividad física y sedentarismo. La otra cara de los efectos secundarios de la Pandemia de COVID-19. Rev Med Chile. 2020; 148:881-886.
  • Antilao L. Actividad física y brote de Coronavirus ¿Qué medidas se adoptarán para el adulto mayor en Chile? Rev Med Chile 2020; 148:270-272.