Los beneficios de la actividad física en el adulto mayor
Como resultado del proceso de envejecimiento, los adultos mayores experimentan una serie de cambios fisiológicos tales como alteraciones en los sistemas sensoriales, cardiorrespiratorios, neurológicos y osteomioarticulares. Entre los cambios físicos, se encuentra una pérdida de un 30 a 40% de la masa muscular, proceso denomino sarcopenia. Existe además una disminución en el área de sección transversal de las fibras musculares y una disminución de la densidad mineral ósea.
Estas modificaciones han sido fuertemente asociadas al deterioro de la funcionalidad, ya que generan pérdida de fuerza muscular, caídas, fracturas y fragilidad. Si bien, estos cambios son progresivos e inevitables, el ritmo de este deterioro se puede modificar con la realización de actividad física.
El ejercicio físico regular en adultos mayores está asociado con un menor riesgo de mortalidad y se le ha atribuido un efecto protector cardiovascular y de síndrome metabólico, lo cual se traduce en un menor riesgo de sufrir un infarto de miocardio y de desarrollar diabetes tipo II. Sumado a esto, el ejercicio ha mostrado ser eficaz en la prevención de ciertos tipos de cáncer, incrementar la densidad mineral ósea, reducir el riesgo de caídas, disminuir el dolor osteoarticular y mejorar la función cognitiva, reduciendo el riesgo de padecer demencia y Alzheimer.
Además, los beneficios psicosociales del ejercicio adquieren especial protagonismo, combatiendo el aislamiento, la depresión y la ansiedad y favoreciendo la autoestima y cohesión social.
Es por esto, que a nivel mundial se han desarrollado políticas gubernamentales en salud con el fin de mantener y/o mejorar la calidad de vida de esta población donde el eje central es el ejercicio físico. Bajo este contexto, destaca un programa innovador implementado por la Unión Europea denominado “Vivifrail” que busca aportar y proporcionar los conocimientos necesarios para realizar una adecuada prescripción del ejercicio, con el objetivo de prevenir la fragilidad presente en los adultos mayores.
Este programa promueve la práctica de actividad física en el adulto mayor y la formación de profesionales capacitados para la prescripción del ejercicio en esta población. Las estrategias utilizadas han sido el desarrollo de guías clínicas y la capacitación de monitores a través de teleformación (aplicaciones para smartphones, pagina web y canal de televisión). Los resultados han mostrado efectos positivos sobre la capacidad cardiorrespiratoria, función muscular, movilidad, riesgo de caídas, capacidad cognitiva y calidad de vida de los adultos mayores.
Sin dudas, la práctica de ejercicio físico es la intervención más eficaz para retrasar la discapacidad y los eventos adversos que se asocian habitualmente al envejecimiento y, por esto, los programas gubernamentales han destinado sus recursos a propuestas que promuevan la actividad física en el adulto mayor.
Por lo tanto, es necesario seguir discutiendo sobre este tema con el fin de fortalecer el desarrollo de estrategias de salud eficaces y eficientes que permitan mejorar la calidad y expectativas de vida de esta población.
Una instancia adecuada para poder conocer la evidencia científica de la actividad física y sus aplicaciones sobre el adulto mayor es la Primera Jornada de Investigación e Innovación en Salud: Actividad Física, Gestión del Cuidado y Rehabilitación (JIIS 2017), organizada por la Facultad de Salud de la Universidad Santo Tomás sede Talca, donde se desarrollarán este y otros temas de interés para los profesionales de la salud.