Cada martes 23 de abril celebramos el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Esta fecha fue instaurada por la UNESCO desde 1996 en conmemoración de la muerte de tres grandes escritores de la literatura universal: Miguel de Cervantes y Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.

A pesar de que muchos han vaticinado la “muerte del libro” gracias a los avances en materia digital y de inteligencia artificial de esta era, creo que es trascendental, al conmemorar este día, recordar la importancia que han tenido y tienen los libros en nuestras vidas y en nuestra cultura.

En primer lugar, tal como decía Cervantes, los libros le dan sentido a nuestra existencia. A través de ellos la humanidad ha podido plantearse y proponer respuestas a los grandes dilemas existenciales que la han ocupado desde sus inicios. “¿Quiénes somos?” o “¿Hacia dónde nos dirigimos?” son algunas de las preguntas que han originado las páginas más importantes de la literatura universal.

En segundo lugar, los libros nos ayudan a desarrollar el pensamiento crítico, en cuanto valor fundamental tanto del quehacer profesional como humano. Por medio de la lectura podemos fortalecer nuestra capacidad de análisis; enriquecer nuestro vocabulario; dar solidez a nuestros argumentos; y evaluar nuestras propias creencias o convicciones. Además, gracias a los libros, podemos desarrollar y potenciar a gran escala nuestra imaginación y creatividad.

Finalmente, por medio de los libros nos entregamos a la noble tarea de la búsqueda de la verdad. Como parte de nuestra misión, en Santo Tomás promovemos el amor a la verdad como un valor que permite, por un lado, comprender la realidad de las cosas y, por otro, discernir lo que está bien y lo que no para actuar con integridad. En este sentido, los libros y el ejercicio de la lectura son un aliado indispensable en nuestra tarea de entregar al país profesionales altamente competentes y con un exigente estándar ético y profesional, comprometidos con la búsqueda de la verdad.

Que esta celebración nos permita revalorizar el libro como instrumento indispensable para dar sentido a nuestra existencia, desarrollar el pensamiento crítico y no desmayar en la búsqueda genuina de la verdad. ¡Larga vida a los libros!