Sobre la nueva discusión que se ha suscitado respecto de la tenencia de animales, esta vez iniciada por la propuesta que hizo el MINVU, que busca impedir que reglamentos de copropiedad prohíban tenencia de mascotas en casas o departamentos, independientemente de los auspicioso que esto podría parecer, creo que deberíamos centrar la discusión en el fomento del vínculo humano-animal y, consecuentemente, en el bienestar de los animales.

La familia chilena actualmente se podría considerar, al igual que en muchos otros países, como multiespecie, es decir, está conformada por seres humanos y otros animales, lo que nos obliga, como sociedad, a adaptarnos a la convivencia respetuosa y armoniosa dentro de las comunidades, lo que conlleva, a su vez, reconocer en cada uno de sus integrantes, incluidas las mascotas, necesidades individuales que deben ser satisfechas por la familia responsable, ya que, de lo contrario, habrá consecuencias negativas para quien las sufre y para su entorno.

Más allá de la arista legal (ley 20.380 y 21.020), la ciencia reconoce en los animales a seres con emociones y sintientes, por lo tanto, asumiendo los múltiples beneficios que las mascotas nos aportan y dando por hecho que el sentido común y el respeto debiese primar al momento de compartir espacios con otros individuos, apuesto por que las personas logren actuar por convicción más que por riesgo de sanción al momento de convivir con un animal.