La importancia de un sistema nacional de cuidados, ¿quién entrega protección social al que cuida en nuestro país?
Una de las deudas sociales dentro del sistema de protección social chileno qué ha sido discutido con sentida razón últimamente en la opinión pública en los ámbitos de salud, discapacidad y vejez ha sido el rol de cuidador(a), rol indiscutiblemente asociado en Chile al mundo femenino y a las capas sociales de menores ingresos. Al hablar de “cuidadora o cuidador” en el imaginario colectivo se configuran varias situaciones, pero por sobre soto se asocia a problemáticas; asociadas básicamente al cuidado de alguien, enfermedad, abandono, dependencia-discapacidad y vejez.
Por muchos años este rol se ha ejercido sin ningún tipo de reconocimiento o estructura institucional o social que lo contenga salvo la subjetividad de los valores humanistas de las personas involucradas que lo ejercen directa o indirectamente con personas que sufren alguna necesidad asociada a los cuidados, familiares o no, y el colectivo social. Esta importante labor que además de generar valor social y que ha sido invisibilizado por varios motivos en nuestro país adolece principalmente de reconocimiento a través de una estructura formal que la articule en una propuesta de política pública que la contenga visibilice y desarrolle. Atendiendo esta demanda, la reciente creación del sistema nacional de cuidados (SNC) busca justamente contener y formalizar esta importante labor y relevar el rol que cumplen las personas cuidadoras en nuestra sociedad y apoyarlas en varios aspectos como capacitación red de apoyo y empleo formal. Mejorando de esta forma las condiciones laborales para las y los trabajadores del cuidado, e impulsando además posibilidades económicas locales que generen entradas de ingresos y apoyo económico a la función del cuidado.
Sus principales ejes son;
Registro de personas cuidadoras. Se busca relevar el rol de las personas cuidadoras que ejercen dicha función, por lo que una de las propuestas más importantes es el reconocimiento de sus derechos. Una primera medida en esta dirección es la consolidación de un Registro de Personas Cuidadoras, que permita identificarlas y poder crear una oferta programática pertinente a su realidad y necesidades. Dentro de las distintas iniciativas para sentar las bases del sistema nacional de cuidados, es avanzar en un registro de personas cuidadoras, lo que además de avanzar en su identificación, permitiría cuantificar de manera más precisa cuántas personas ejercen estas labores de forma no remunerada.
Fortalecimiento de los programas de cuidados domiciliarios: otro de los objetivos es reducir la carga de trabajo de las personas cuidadoras, por lo que se buscará fortalecer los programas de cuidados domiciliarios que hasta ahora tienen un número acotado de horas de trabajo en los hogares.
Fomento de la capacitación y empleo formal para quienes ejercen estas labores de manera informal: El involucramiento de la comunidad en la provisión de los cuidados es otro elemento importante a articular, si bien siempre el tejido social a cumplido ha participado fundamentalmente en la temática se buscará la incorporación de agentes comunitarios del cuidado de manera formal, para avanzar hacia el fortalecimiento de centros comunitarios de demencia, creación de centros diurnos comunitarios qué además implique su financiamiento. Se espera que las organizaciones sociales tengan un papel relevante en estas iniciativas, pudiendo ejecutar parte de ellas.
Universalidad La construcción e implementación del sistema de cuidados se irá escalando hasta que sea universal ya que se ha demostrado empíricamente en diferentes temáticas y políticas sociales que la universalidad genera bienes, transferencias y servicios comunes que benefician a toda la población y que son por tanto un sentido de comunidad generando un factor de cohesión social.
Personas mayores: Con relación a las personas mayores, el Sistema nacional de cuidados tiene una perspectiva de avanzar en la prevención y el retraso de la dependencia, por lo que se propone avanzar hacia el fortalecimiento de la oferta de centros diurnos para el adulto mayor (CEDIAM), así como impulsar una política de envejecimiento digno, activo y saludable y un plan de alfabetización digital para favorecer la teleasistencia de las personas mayores. Todos estos ejes articulados entre servicios municipalidades y el involucramiento técnico de Universidades van en el camino correcto de reconocer, cuidar y proteger formalmente a quienes nos cuidan.