La Calidad en Salud de Chile: Un desafío continuo

En los últimos años, Chile ha experimentado avances notables en su sistema de salud, logrando una mayor cobertura y acceso a servicios sanitarios para la población. No obstante, la calidad en salud sigue siendo un desafío pendiente para una población cada vez más empoderada y consciente de sus derechos.

Una forma de materializar la calidad en salud es la acreditación. Esta puede ser definida como un proceso voluntario y periódico que busca evaluar y certificar la seguridad de las instituciones de salud, tanto públicas como privadas. Es un sistema de evaluación externo que tiene como objetivo principal garantizar que los establecimientos de salud cumplan con estándares predefinidos y brinden una atención segura y de calidad a los usuarios. La acreditación se lleva a cabo por la Superintendencia de Salud, entidad encargada de supervisar y regular el sistema de salud en Chile. Para obtener la acreditación, las instituciones de salud deben someterse a un proceso de evaluación exhaustivo en el que se analizan diferentes aspectos, como respeto a la dignidad del paciente, gestión clínica, acceso, oportunidad y continuidad de la atención, competencias del recurso humano, registros, seguridad del equipamiento, seguridad de las instalaciones y servicios de apoyo.

Además de la acreditación, en Chile se han implementado otras estrategias y programas para mejorar la calidad en salud, como la implementación de guías de práctica clínica basadas en evidencia, la promoción de la seguridad del paciente, la medición y monitoreo de indicadores de calidad, y la promoción de la participación ciudadana en la toma de decisiones relacionadas con la atención de salud.

En la actualidad, persisten desafíos considerables en cuanto a la calidad de la atención sanitaria. Uno de ellos es la desigualdad en la distribución de los recursos sanitarios. Aunque se han realizado esfuerzos para abordar esta situación, todavía existen brechas significativas entre las zonas rurales y urbanas, así como entre los diferentes estratos socioeconómicos. Esto, sumado a la deuda pendiente respecto a las listas de espera médicas y quirúrgicas, se traduce en disparidades en el acceso a servicios especializados y en la calidad de la atención, especialmente para aquellos que residen en áreas más alejadas o pertenecen a grupos vulnerables; poniendo en jaque al sistema de salud. Para ello, las estrategias parecieran apuntar a una reforma sanitaria que, con un mayor financiamiento, pueda cubrir necesidades crecientes de la población.

La falta de recursos humanos adecuadamente capacitados es otro desafío importante que afecta la calidad en salud. Aunque Chile cuenta con profesionales de la salud altamente capacitados, aún existe una escasez de especialistas en algunas áreas, lo que puede afectar la calidad de la atención y generar demoras en la atención de ciertas patologías. Es esencial invertir en la formación y retención de profesionales de la salud, así como en la mejora de las condiciones laborales, para garantizar una atención de calidad en todo el país.

Además, la infraestructura y los equipos también son aspectos clave para la calidad en salud. Aunque se han realizado inversiones considerables en la construcción y equipamiento de hospitales, centros de salud familiar, servicios de alta resolución y postas rurales, aún persisten desafíos. La falta de camas hospitalarias, largos tiempos de espera y la sobrecarga en los servicios de urgencia son problemas recurrentes que afectan la calidad de la atención y generan insatisfacción entre los pacientes. Es necesario continuar invirtiendo en infraestructura y equipamiento, así como mejorar la gestión de los recursos existentes.

La incorporación de tecnologías de la información y comunicación (TIC) en el sistema de salud también puede contribuir a mejorar la calidad. En este sentido, Chile ha dado pasos significativos, implementando las fichas clínicas electrónicas y fomentando la telemedicina. Estas herramientas pueden agilizar los tiempos de espera, mejorar la coordinación entre los diferentes niveles de atención y facilitar el acceso a la información clínica. Sin embargo, es necesario seguir invirtiendo en infraestructura tecnológica y en la capacitación del personal de salud para maximizar los beneficios de estas tecnologías.

En líneas generales, nuestro país ha demostrado avances significativos durante las últimas décadas respecto a la calidad en salud, lo que evidentemente ha dado cuenta en sus indicadores sanitarios. Por otro lado, el avance imperante de las necesidades de la población y la exigencia de salud como derecho social fundamental pone una necesaria presión en la generación de nuevas políticas públicas y un constante avance en materia de construir y promover una cultura de calidad.