Entre las miles de historias que nos regala la cultura mapuche hay una narración en particular que nos habla sobre el mito del origen de los tiempos. El mito de Kai -Kai cuenta que una disputa entre Kai -Kai, que representaba el mal y  Treng – Treng, que representaba el bien,  provocó una gran inundación. Aunque el bien venció al mal, solamente sobrevivieron cuatro personas, una pareja de ancianos y dos jóvenes, con tareas  específicas para cada una, los jóvenes tenían la responsabilidad de ser encargados del principio de procreación y los ancianos fueron elegidos para apoyarlos en sabiduría. En este relato se refleja el aprecio de nuestro pueblo originario en relación con el rol de los mayores en la historia del mundo.

En la sociedad actual existe predominio de una valoración cada vez más progresiva de la juventud, se quiere ser y parecer joven como una forma de dar respuesta a una sociedad cada vez más competitiva e individualista. Por eso, no es de extrañar que esa maravillosa ecuación bajo la cosmovisión mapuche que relaciona vejez con sabiduría se reemplaza por la que relaciona vejez con pasividad y muchas otras, con incapacidad.

Hablar de tercera edad es para muchos, hablar de vejez, de término de la actividad laboral, de jubilación, o “gritar de alegría” puesto que la traducción de la palabra “jubilaré”, es eso, ya que supone que luego de una vida laboral debería llegar la etapa de gozo, de tranquilidad, sin horarios, sin más ocupación que la felicidad de ayudar en el cuidado de los nietos y nietas.

Sin embargo, una persona solo puede vivir así esta etapa si posee una fuente de ingresos que le asegure contar con lo necesario para vivir dignamente, no para “sobrevivir” como es el drama diario de miles de personas en Chile. Eso es finalmente jubilar sin júbilo y, como vemos, en este caso, la raíz de la palabra está muy lejos de la realidad.

“Dar el paso de la adultez a la vejez es mucho más difícil. A diferencia de las anteriores, esta generación no sabe lo que viene después”, señala el geriatra William Thomas. Es momento de tomar en cuenta, de reconocer esta dignidad agradecida que la sociedad le debe a los adultos mayores que entregaron su vida para mejorarla y enriquecerla en beneficio de los que vienen después, solo así enfrentaremos como debe ser, con alegría y tranquilidad, esta nueva etapa en nuestras vidas. Jubilar con júbilo es sin duda un derecho humano que merece y debe ser tomado en cuenta y respetado.