Investigación y calidad de la educación en Chile: Dos pájaros, un tiro

En vista del desafío que tenemos como país, en cuanto a aumentar el financiamiento para ejecutar actividades de investigación y desarrollo y asegurar la calidad en la educación superior, existen algunos antecedentes que dan cuenta de la relación sinérgica y virtuosa entre ciencia y educación y por sobre todo, de evidencias que posicionan la promoción de la actividad científica y tecnológica como uno de los pilares centrales e imprescindibles para que una nación logre asegurar la tan anhelada calidad, no solo a nivel de postgrado, algo que es sabido, sino que también en pregrado, alcance habitualmente menos explorado.

Las evidencias en torno a la calidad en la educación superior dejan ver, cada vez con mayor nitidez, que una de las piedras angulares para lograrla es la promoción de actividades investigativas y tecnológicas, de la mano con el desarrollo de capital humano avanzado capaz de llevar a cabo dicho desafío. En ese sentido, es relevante traer a colación una reciente publicación del Dr. Bernabé Santelices —Estado Actual del Desarrollo de la Investigación Científico-Tecnológica y la Innovación en las Universidades Chilenas— en la que explora las razones de porqué un país en desarrollo como Chile, debe invertir en investigación.

Posteriormente establece que la investigación permite, entre otras cosas, que los estudiantes de pregrado reciban un conocimiento actualizado de parte de sus docentes; se les enseñen temas correctamente priorizados; mejoren los indicadores de retención universitaria; continúen estudios de postgrado en mayor número; incrementen su capacidad de aprendizaje y desarrollo de destrezas.

Adicionalmente, UNESCO a través de uno de sus informes: Higher Education, Research and Innovation: Changing Dynamics, luego de ahondar en la relación investigación-enseñanza, entrega de manera pormenorizada los diferentes beneficios que de ella surgen. Junto a estos, emergen a partir de las actividades de investigación, otros efectos positivos, tales como, mayores oportunidades de transferencia tecnológica, mejoras institucionales a nivel de estructura y estrategia, buena reputación institucional y mejores políticas nacionales de educación e investigación, entre otras.

Como hemos visto muy preliminarmente, existe una estrecha relación virtuosa entre investigar y enseñar. Además, queda en evidencia que la investigación es un engranaje clave para asegurar educación de calidad que aún no ha sido activado. Esto sugiere, a todas luces, que parte importante de la solución a los dos desafíos país mencionados, puede ser lograda a través de un único mecanismo, que implica la reciente puesta en marcha del nuevo Ministerio de Ciencia Tecnología Conocimiento e Innovación, con una mayor inversión de recursos, razonables y suficientes para enfrentar este desafío.

Las evidencias hablan por sí solas, y la posibilidad de matar dos pájaros de un tiro está a la vuelta de la esquina. Los avances mostrados por nuestra universidad en materia de investigación e innovación tecnológica son resultado del esfuerzo sistemático de la transición hacia una institución de mayor complejidad, donde la calidad en torno a la profesional de nuestros estudiantes se alimenta de los saberes que produce una comunidad académica que promueve la indagación y genera conocimiento.