La normativa vigente de nuestro país plantea que la educación es un derecho y debe desarrollarse bajo contextos de equidad y calidad, favoreciendo la participación y oportunidades de aprendizaje para todos y todas las estudiantes. Pero, en época de pandemia, ¿cuán inclusivas son las clases a distancia?

La educación a distancia en contextos escolares surge para responder la necesidad de continuar procesos educativos que, por razones sanitarias, no pueden llevarse a cabo de manera presencial. Pero, si bien, la educación remota tiene beneficios como la mayor implicancia de los estudiantes en sus procesos formativos, fomentar valores como la autodisciplina y la responsabilidad, también podemos evidenciar diversas limitaciones que afectan en mayor medida a estudiantes que presentan Necesidades Educativas Especiales.

Con la puesta en marcha de la educación remota, se evidenció que sin recursos y tecnologías no existe la educación a distancia y, por tanto, no todos los estudiantes lograrían acceder a prácticas pedagógicas de la misma forma que sus pares.

A esto debemos sumar el hecho de que no todos los padres, apoderados o familiares poseen los recursos intelectuales que le permitan apoyar los procesos educativos de aquellos estudiantes que presentan dificultades para desarrollar un estudio independiente y autogestionado.

Es decir, los y las estudiantes con necesidades educativas especiales se han enfrentado a diversas barreras de acceso en su proceso enseñanza aprendizaje, las que se suman a aquellas de tipo organizacional, actitudinal o de conocimiento.

Educación a distancia

En este escenario, los principios del diseño Universal de Aprendizaje (DUA) cobran gran relevancia, al igual que la accesibilidad universal de los entornos y los recursos pedagógicos que puedan ser perceptibles, comprensibles y utilizados por cada uno de los y las estudiantes.

Es decir, en tiempos de virtualidad, los principios del DUA deben ser una exigencia que cada docente debe suponer, otorgando distintas formas de presentar la información, de expresar aprendizaje y de favorecer formas de implicancia dentro del proceso de aprendizaje, donde trabajar con las emociones y la motivación se torna fundamental para favorecer el aprendizaje.

Todo esto, para responder a todos los requerimientos de los estudiantes, incluyendo a aquellos que presentan necesidades educativas especiales asociadas a diagnóstico.

Resulta imprescindible avanzar en el diseño de nuevas metodologías y recursos educativos digitales que puedan ser utilizados por todos y todas las y los estudiantes de manera segura y en igualdad de condiciones, pues gestionar la diversidad nos permitirá responder a los requerimientos de nuestros estudiantes, favoreciendo el progreso y egreso de diversos niveles desde un enfoque de derecho y bajo un contexto educacional de calidad y equidad.