Halloween y los caramelos son, al menos para los niños, lo mismo. Y es que para ellos salir a recorrer casa por casa en busca de dulces son el mejor panorama para esta fecha.

Atraídos por una fiesta de sabores y colores, ingieren una gran cantidad de azúcar durante los días posteriores a la recolección, dosis que si no son controladas y administradas de acuerdo a su peso y talla podrían ser dañinas para la salud, sobre todo en lo que a sobrepeso y obesidad se refiere.

Caries dentales; sobrecarga del páncreas que requiere de mayor liberación insulina y alteraciones en la alimentación de los niños son solo algunas de las consecuencia. Recordemos que las golosinas provocan sensación de saciedad, lo que inhibe el apetito de y el organismo debe funcionar sin los nutrientes adecuados para este fin.

Si nos basamos en los recientes resultados del Simce de Educación Física, vemos el aumento de casos de niños con sobrepeso u obesidad. De hecho, la muestra arrojó que 4 de cada 10 menores de octavo básico está en esta condición.

Este escenario nos obliga a hacer algo para mejorar su calidad de vida futura, como asumir que los dulces y caramelos son productos de consumo ocasional, y en esta fecha dosificar la cantidad diaria. Por ejemplo, evitar que los ingieran en horarios cercanos a las comidas, ni reemplazarlos por comidas importantes del día (desayuno, almuerzo, once, etc); dividir la cantidad total de pastillas en varios días y que sean los adultos quienes administren el consumo; cuidar la higiene bucal para reducir el riesgo de caries y generar espacios para el desarrollo de actividad física.