La evidencia científica disponible demuestra que el grado de procesamiento al que son sometidos los alimentos -o alguno o varios de sus componentes- está directamente relacionado con el nivel de riesgo en la salud de los consumidores. Así lo afirma la OPS al publicar el nuevo «Modelo de Perfil de Nutrientes».

Con la ley 20.606 -que exige etiquetar con un símbolo negro los alimentos que sobrepasan cierto límite de sodio, grasas saturadas, azúcares o calorías- se logra hacer visible el grado de riesgo de los alimentos procesados y ultraprocesados.

No existe en la naturaleza ningún alimento que tenga en su composición las altas concentraciones que pone a nuestro alcance la industria alimentaria. La alta concentración de grasas y azúcares, o de grasas y harinas, no existe en ningún alimento que no haya sido procesado en algún grado por el ser humano. Extraemos de un producto su azúcar o harina. De otro, la grasa. Y las combinamos formando masas, frituras, postres, snacks y golosinas.

Esta combinación nos cautiva y consumimos muchas veces al día. Lamentablemente, esta combinación nociva es un factor común a la génesis de sobrepeso, obesidad y enfermedades asociadas, todas de gran importancia social y epidemiológica.

La consigna es visualizar el riesgo y, según eso, reducir la cantidad y la frecuencia de consumo de aquellos alimentos. Este paso hacia una alimentación más responsable no es el primero ni será el único, pero es una oportunidad concreta para adoptar y promover conductas preventivas, por parte de los consumidores, la industria alimentaria y los profesionales que tienen como tarea proteger y mejorar la salud de las personas.