Entre aplausos y recortes, la paradoja del turismo chileno

Chile acaba de brillar en los World Travel Awards 2025, con cinco galardones que lo posicionan entre los destinos más atractivos del mundo. Una noticia que, en apariencia, debería llenarnos de orgullo. Sin embargo, al mismo tiempo los gremios turísticos nacionales denuncian un recorte fiscal al presupuesto para la promoción internacional del turismo, una medida que golpea directamente la capacidad del país para seguir proyectándose en los mercados globales.

Esta paradoja de celebrar premios mientras se reducen los fondos, revela una desconexión preocupante entre el discurso y la acción. Por un lado, se construye la narrativa de un turismo en expansión, sostenible y exitoso; por otro, se debilitan los instrumentos concretos que permiten mantener y fortalecer ese supuesto avance. La promoción internacional no es un gasto superfluo, es una inversión estratégica que alimenta toda la cadena de valor turística, desde los operadores hasta los pequeños emprendimientos regionales.

Más aún, los premios obtenidos, aunque valiosos en términos de visibilidad, carecen de métricas claras y verificables. ¿Qué significa exactamente ser “mejor destino verde” o “mejor destino de naturaleza”? ¿Cuánto de esa nominación responde a criterios de sostenibilidad real como el manejo de residuos, participación local, conservación ambiental y cuánto a una votación mediática o de marketing? Sin transparencia en la evaluación, estos reconocimientos corren el riesgo de transformarse en espejismos que encubren la falta de políticas efectivas de largo plazo.

El peligro es caer en la autocomplacencia, pensar que todo está bien porque ganamos premios. Pero el turismo chileno enfrenta desafíos estructurales que ningún trofeo puede ocultar. Persisten brechas en infraestructura, conectividad, capacitación, sostenibilidad ambiental y gobernanza territorial. Muchos destinos siguen careciendo de mecanismos de control de carga turística, planificación participativa y beneficios equitativos para las comunidades locales.

Celebrar sin evaluar puede ser un error estratégico. No basta con tener una buena imagen internacional si no se sostiene con inversión pública coherente, planificación regional y políticas de desarrollo sustentable. Si realmente queremos que Chile sea un destino líder, el enfoque debe estar en la calidad, equidad y sostenibilidad y los recursos deben acompañar los discursos.

En tiempos en que el país gana visibilidad mundial, recortar la promoción turística es caminar en dirección contraria al desarrollo. Y mientras los titulares celebran los premios, conviene recordar que los verdaderos logros no se miden en estatuillas, sino en cómo el turismo mejora la vida de las personas y protege los territorios que le dan sentido.