El viaje del etanol en Brasil

Brasil ha encabezado algunos de los cambios de paradigma en el campo de los biocombustibles, especialmente el bioetanol, mucho antes de que se convirtieran en una necesidad urgente debido al cambio climático. Los biocombustibles han sido parte de las políticas nacionales de energía de Brasil durante casi medio siglo. Como resultado, la experiencia del país en la creación de una economía de etanol tiene el potencial de ayudar a otros a desarrollar sus estrategias y seleccionar los mejores caminos a adoptar para integrar con éxito el etanol en la economía de combustible.

La producción de biocombustibles a gran escala en Brasil comenzó en 1975, como respuesta a la primera crisis del petróleo, cuando el Gobierno brasileño decidió lanzar el programa “Pro alcohol” con el fin de fomentar el desarrollo de una industria de transporte autóctona a base de etanol que mitigara la dependencia del país de los combustibles fósiles, generara empleos y fomentara el desarrollo tecnológico. En 1975, Brasil todavía importaba el 70 % de su consumo de petróleo.

La regulación incremental para la mezcla de etanol en la gasolina, que actualmente tiene un mandato del 27 %, allanó el camino para una mayor aceptación e inclinación de los consumidores por el combustible. Desde 1975, la producción de etanol en Brasil ha crecido 45 veces gracias a una extensa investigación realizada por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) para mejorar la productividad de la caña de azúcar, mientras que el precio se ha reducido al 70 %. Brasil también tiene el programa de descarbonización de la matriz de transportes más grande del mundo, RenovaBio, en vigor desde 2019 y se espera que aumente aún más el suministro de etanol en un 45 % hasta 2030, alcanzando una producción de 50 mil millones de litros. Hoy, mientras el etanol está transformando el futuro del combustible, la empresa brasileña Raízen ya está suministrando etanol de segunda generación al equipo Ferrari de Fórmula 1 a partir de este año (10% de mezcla) y Embraer está desarrollando una mezcla de etanol para proporcionar un combustible de aviación sostenible.

La economía del etanol recibió un impulso renovado por la novedad tecnológica accesible y simple del “motor flexible” difundido en Brasil después de 2003, que permite que el mismo vehículo sea propulsado con 100 % de etanol o gasolina, o cualquier mezcla intermedia de ambos. Brasil es uno de los mayores productores de automóviles, con más de 3,1 millones de automóviles al año. Con casi dos décadas de experiencia en automóviles de combustible flexible, el 93 % de los automóviles en Brasil hoy en día vienen con un motor de combustible flexible. Los autos importados están adaptados para funcionar con una mezcla E27 con modificaciones menores del motor a precios tan bajos como US$50.

Junto con el ahorro de divisas por una suma de US$ 261 mil millones, el programa de etanol de Brasil también ha evitado más de 1,34 mil millones de toneladas de emisiones de CO2 equivalente, lo que lleva a una reducción del 50 % en la contaminación del aire y a una mejor salud pública en las principales ciudades como São Paulo.

Si bien los beneficios del uso de etanol en la matriz de combustible del transporte son múltiples, la producción de etanol también proporciona un camino de bajo costo y baja tecnología hacia el desarrollo sostenible para los países en desarrollo, a través de la producción simultánea de bioelectricidad, biogás, biometano y biofertilizantes. de lo que se considera esencialmente como “residuos” agrícolas para producir etanol. La bioelectricidad de caña de azúcar suministrada a la red eléctrica nacional de Brasil en 2020 representó más del 5% del consumo de energía del país, suficiente para abastecer a más de10 millones de hogares por año. Del mismo modo, el bioetanol también puede proporcionar una alternativa de combustible para cocinar más limpia en las zonas rurales.

En un esfuerzo por ecologizar el sector del transporte, existe una tendencia creciente hacia la electrificación de los vehículos, que a menudo se denomina erróneamente como sinónimo de una de sus opciones: los vehículos eléctricos alimentados por baterías (BEV). Sin embargo, el etanol también es una solución significativa para los vehículos eléctricos. La tecnología de pila de combustible de óxido sólido, que convierte el etanol en electricidad para impulsar los vehículos, ha demostrado ser mucho más eficiente energéticamente y más respetuosa con el medio ambiente que los vehículos eléctricos a batería. El etanol de caña de azúcar tiene una mayor densidad de energía que las baterías, y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son significativamente menores considerando todo el ciclo energético. Por ejemplo, en Brasil, los actuales motores flexibles de combustión interna que utilizan etanol emiten 58 gramos de CO2 por kilómetro. Los BEV que usan electricidad, que es 83 %renovable en Brasil, emiten 65 gramos. En comparación, los vehículos eléctricos híbridos que utilizan etanol, que ya están en el mercado brasileño, emiten 29 gramos de CO2 por km.

Sabemos que la transición energética a través de los biocombustibles es una gran oportunidad para crear y modernizar industrias, impulsar la innovación tecnológica, atraer inversiones y generar empleos de alta calidad, contribuyendo al mismo tiempo al desarrollo sostenible y a la calidad de vida de las generaciones futuras en todo el mundo.