El consumidor responsable en un mundo de cambios
En la reciente cumbre climática de Paris (COP21), Chile se comprometió a reducir en un 30% la emisión de gases de efecto invernadero al año 2030, para desacoplar la relación directa entre el crecimiento económico y aumento de emisiones de CO2. Así, para cumplir este compromiso se implementarán diversas estrategias. Pero, ¿Cómo los ciudadanos podemos aportar a cumplir con esta meta?
Cada vez más chilenos han optado ser “consumidores responsables” que al momento de adquirir un bien, no solo evalúan el beneficio personal, sino que ponderan los impactos que las prácticas de producción y distribución puedan tener sobre el sistema social y ecológico, otorgándole mayor peso a las opciones que minimizan el impacto en el ambiente.
En el Chile que va hacia el 2030, cada vez será más frecuente que el consumidor responsable prefiera viviendas construidas y equipadas para reducir el consumo de energía, prefiera productos locales, orgánicos, de temporada, peces y mariscos que no estén en veda o sobreexplotados y organizaciones que estén trabajando con bajo el concepto de comercio justo. Estas decisiones ayudarán a reducir efectivamente las emisiones de CO2 y fortalecerán, por ejemplo, la sostenibilidad de los ecosistemas terrestres y marinos.
Sin embargo, en el caso específico de los alimentos, de ser efectivas las recientes denuncias de colusión de los supermercados, estaríamos frente a una visión retrograda sobre el consumidor, que va en una dirección contraria a lo esperado para el Chile del 2030. Esta situación refleja la importancia de proteger a los consumidores ante la asimetría de la colusión, lo cual es crucial en un mercado de alimentos donde el 75% de la distribución está en manos de pocos actores.
No obstante, frente al espejismo de la competencia que ofrecería este sector, el consumidor responsable ya tiene tomada su decisión: ante precios iguales, favorecerá el de menos impacto socio-ecológico y, más potente aún, castigará en forma sostenida a aquellos productores y distribuidores que no estén alineados con las buenas prácticas.
Con transparencia y adecuada información todos podemos llegar a ser, en su justa medida, consumidores responsables, tomando un potente rol como agentes de cambio social y un aliado para que Chile avance reduciendo tanto sus emisiones de CO2 como la desigualdad, aportando además a fortalecer las economías locales y a los emprendedores del mundo de los alimentos.