Ejercicio y enfermedades crónicas no transmisibles

Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) son vastamente conocidas como causas de muerte por patologías cardiovasculares. Por otro lado, es sabido que la práctica de ejercicio regular ofrece una protección contra todas las causas de mortalidad, primordialmente contra la ateroesclerosis, diabetes tipo 2, cáncer de colon y de mamas. Adicionalmente, el entrenamiento físico es efectivo en el tratamiento de personas con infarto agudo al miocardio, falla cardíaca, diabetes y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Si bien es cierto que la ateroesclerosis es caracterizada por la acumulación de lípidos y elementos fibrosos a lo largo de las arterias, existe una anomalía que precede a ésta, que es el aumento del tono vasomotor y la incapacidad de generar vasodilatación, acompañada de una inflamación de bajo grado que dificulta el flujo sanguíneo. Además, la inflamación ha sido sugerida como un factor clave en la patogénesis de la insulinoresistencia.

La inflamación de bajo grado es reflejada por un incremento en las concentraciones de la proteína C-reactiva (CRP) debido a un aumento de algunas citokinas. Así como la inflamación de bajo grado podría estar asociada en la patogénesis de la ateroesclerosis y la diabetes, se ha reportado que el ejercicio físico induce el incremento en los niveles sistémicos de un número importante de citokinas con propiedades anti inflamatorias, por lo que el ejercicio podría aportar a la protección de desórdenes crónicos asociados a la inflamación de bajo grado.

Los elementos que han sido asociados a la inflamación de bajo grado son particularmente dos: el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y la interleuquina 6 (IL-6). Ambos factores aumentan con el envejecimiento. Existe evidencia de que el TNF- α, juega un rol importante en el síndrome metabólico, en pacientes diabéticos aumenta su expresión en el músculo esquelético y en el plasma, al igual que en el tejido adiposo. A su vez, se postula que estaría involucrado en la inhibición de la estimulación insulínica y altera la captación de glucosa.

El rol de IL-6 es controversial: puede o no estar asociada a la insulinoresistencia ya que contribuye, por una parte, a la producción endógena de glucosa inducida por la contracción del músculo, y por otro lado, podría estar relacionada con una mayor sensibilidad del receptor de insulina. Cada vez que se produce un bloqueo en la producción de IL-6 aumenta la susceptibilidad a generar insulinoresistencia.

Como resultado de la aplicación de ejercicio físico se ha podido observar una supresión de la síntesis y liberación de TNF- α y, por lo tanto, ofrece protección contra la insulinoresistencia. Por otro lado, los aumentos de IL-6 durante el ejercicio estimularían la lipólisis y la oxidación de grasas. Si bien es cierto aún hay mucho que conocer con respecto al rol que juegan estos elementos en el desarrollo de las ECNT y los efectos del ejercicio en la inflamación de bajo grado, son elementos a considerar al prescribir y evaluar los efectos de tratamiento a través del ejercicio.