Efectos psicológicos por el cambio de hora y la exposición a la luz solar en invierno

Muchas de las conductas del ser humano son aprendidas, y con el tiempo se transforman en hábitos, producto de la repetición de algunos patrones, dentro de los cuales encontramos algunos asociados a necesidades básicas como el sueño y la alimentación.

Cualquier cambio en nuestros hábitos requiere de un proceso de adaptación, para que nuestro organismo logre incorporar estas modificaciones. Estos cambios afectan de distinta manera de acuerdo a la edad de la persona, siendo los niños y los adultos mayores los que pudieran presentar mayores dificultades para este ajuste.

Esto es lo que ocurrirá cada vez que se realiza el cambio de hora en el país, cuando debamos atrasar o adelantar una hora nuestro reloj, razón por la cual –en lo posible– tenemos que prepararnos e intentar que este cambio se desarrolle de manera gradual, para que el desequilibrio sea menor. Así, la recomendación es comenzar a hacer estos cambios en el sueño unos 3 o 4 días antes del cambio de hora, de manera de estar más preparados para cuando se realice.

Además del cambio de hábito requerido, es importante tomar en cuenta que los cambios de horario pueden indirectamente provocar cambios en los estados de ánimo, por la falta de exposición a la luz solar, y el comenzar el día sin ella.

Existen numerosos estudios que demuestran la existencia de un cuadro psicopatológico que se denomina Trastorno Afectivo Estacional, que implica el cambio en el estado de ánimo en el sujeto, a partir de la estación del año en la que nos encontramos, como consecuencia de la cantidad de luz solar que conlleva cada una de ellas.

Por ejemplo, existen personas que se deprimen principalmente en las estaciones de otoño-invierno, por la baja luz solar que estas poseen, siendo días más cortos y con menos luz. Incluso, se postula que una de las razones por las que los adultos mayores presentarían altas tasas de depresión, podría deberse a los lugares que ellos habitan, que generalmente son oscuros, sin mucha luz solar.

Este diagnóstico presenta síntomas como: aumento del sueño, desesperanza,  menos energía y capacidad para concentrase, baja motivación, aislamiento social, tristeza e irritabilidad; y por esta razón es recomendable en esta fase, para evitar este tipo de problemas, un tratamiento del diagnóstico que puede incluir a fototerapia,  farmacoterapia y terapia psicológica.