Desafíos Pyme 2030: ¿por qué convertirlas en organizaciones híbridas?

Con ya casi 20 años recorridos de este siglo XXI, nuestro país se ha consolidado con fuerza como uno de los polos regionales de emprendimiento fundamentalmente gracias al énfasis de las políticas públicas de los 4 o 5 últimos gobiernos (cambio de signo incluido).

Si bien a inicios de la actual década ya existía una pujante clase emprendedora inspirada por la emergencia de poderosas instituciones como Startup Chile, el grueso de los emprendimientos desarrollados hacia 2010, se esforzaba por salir del ámbito de la necesidad, para transitar a uno por oportunidad, pero casi siempre ligado a emprendimientos de carácter “privado”, casi nunca social.

Al finalizar esta década, observamos cómo las tendencias a nivel de startups y también a nivel de grandes corporaciones, evidencian un claro giro hacia lo social y lo sostenible.

El recambio generacional, la transformación cultural, la globalización, la revolución digital, el empoderamiento de las organizaciones sociales, el hastío de los “gobernados” con sus “gobernantes” y la grietas evidenciadas en los modelos de carácter capitalista o socialista para atender las reales necesidades de la población mundial, muy probablemente han influido en el cambio de mindset de los emprendedores.

Un giro hacia lo sostenible y social

A inicios de la actual década, la principal disrupción acometida por los emprendedores a nivel mundial, tenía más que ver con cómo solucionar de mejor forma los requerimientos de los “consumidores” de productos y servicios ofrecidos por las grandes marcas a nivel mundial, es decir, cómo arrebatar la tajada del mercado que tenían las grandes corporaciones privadas.

Sin embargo, ya casi rozando 2020, el mindset tanto de las startups como de las grandes corporaciones, ha cambiado en forma importante dando un giro hacia lo sostenible y social.

¿Influyeron los factores del entorno político, económico, tecnológico, social, cultural y ambiental antes mencionados? Por cierto.

Sin embargo, existe un hito, a nuestro juicio, que releva la urgencia y la importancia de dar un giro hacia lo sostenible y, por lo tanto, hacia lo social: Los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) definidos por la Organización de Naciones Unidas en 2015 con metas claras (y ambiciosas) para 2030.

Este hito, en nuestra opinión, permite alinear de forma transversal tanto al aparato estatal como a las organizaciones públicas y privadas (incluidas las empresas) de un país, para transitar un camino de sostenibilidad con indicadores específicos y comunes para todo el globo.

Es precisamente la preocupación por estos indicadores, lo que -en primer lugar- ha permitido establecer brechas importantes entre lo que se está haciendo actualmente y lo que en términos de sostenibilidad es lo aceptable o correcto. Evidencias en los ámbitos de eficiencia energética, calidad de vida, igualdad de género, educación y un sin fin de otros aspectos sociales aún no resueltos o, de plano, abandonados por los actuales modelos, explican en gran medida la sintonía que han alcanzado los diferentes movimientos sociales con la población mundial que sufre las consecuencias de estas brechas.

De esta forma, el giro que están experimentando tanto las organizaciones públicas como privadas a nivel mundial, hacia lo “sostenible”, más que una moda o un “acatamiento” de los 17 ODS, es la respuesta lógica de dichas organizaciones al “clamor popular”.

Organizaciones mixtas

Así, tal como lo define Gatica et al. (2012), la Innovación Social es la generación de valor para la sociedad a través de la introducción de un producto, servicio o proceso novedoso que satisface una necesidad social de mejor forma que las soluciones existentes, produciendo un cambio favorable en el sistema social. Las innovaciones sociales exitosas tienen durabilidad en el tiempo, un impacto escalable, y promueven y fortalecen la participación de la propia comunidad donde se insertan.”

En este contexto, en los últimos años se ha popularizado el concepto de organizaciones mixtas que más que buscar sólo resultados económicos, buscan innovar socialmente para solucionar brechas tanto a nivel local, internacional y/o global. Desde las antiguas cooperativas, hasta las actuales Empresas B y organizaciones híbridas, el mundo empresarial ha intentado responder a este clamor mundial con instituciones más flexibles y adaptadas a los cambios, con resultados a veces exitosos, pero muchas otras veces, deficientes.

Un factor relevante en la adaptabilidad es el tamaño de las compañías, es decir, su escala. A mayor tamaño, más lenta es la adaptación a los cambios en el entorno.

Ahora bien, si esto es tan difícil, ¿por qué las actuales mega compañías están subiéndose al “carro de la sostenibilidad”? En parte, es por la sintonía que sienten por las problemáticas sociales, pero también -y de forma muy importante-, por razones de supervivencia: Si no se adaptan, morirán a manos de las Uber, Airbnb, Spotify o Netflix del futuro.

Adaptarse o morir

¿Es esto un desafío para las PYME mundiales o chilenas? Definitivamente. porque los cambios en el entorno además alteran y continuarán alterando la conducta de los consumidores, haciéndolos más exigentes para los productos, servicios o experiencias que demanden. Y también deberán adaptarse o morir.

¿Puede ser esto una oportunidad para las PYME? Absolutamente, porque si existe algún factor en que las pequeñas y medianas empresas pueden ser superiores a las grandes compañías es precisamente en su capacidad de adaptación a los cambios. Y en el actual entorno, esta carta puede ser el as bajo la manga de las empresas PYME a nivel mundial, pues esta capacidad podría permitirles mutar más rápido que los grandes dinosaurios hacia una configuración de organizaciones más híbridas que compatibilicen mejor la búsqueda de resultados económicos con la preocupación por la sostenibilidad.

Rememorando al fundador de Idealab, Bill Gross, de los 5 factores más importantes de las compañías para tener éxito (Idea, Equipo, Modelo de Negocios, Financiamiento y Timing), el más importante fue este último, es decir, el momento oportuno de lanzar las ideas al mercado o adaptarse a los cambios (timing), es EL factor más decisivo para que las compañías exitosas sean hoy lo que conocemos.

Entonces, si el momento en que se necesita adaptarse a los cambios es ahora, las PYME no tan sólo de Chile, sino que a nivel mundial tienen la posibilidad cierta de crecer en competitividad y valor (tanto económico como social) y de ganar la carrera frente a los lentos dinosaurios que podrían quedar en el camino.

Los desafíos hacia 2030 son inmensos, pero la oportunidad de reconvertir las organizaciones para hacerlas híbridas, también.

Si no es ahora, ¿Cuándo? Si no somos nosotros, ¿Quiénes?