Cuando el estigma se comparte
Hace unos días conocimos el gesto realizado por un grupo de alumnos y su profesor, quienes cortaron completamente su cabello, apoyando a un compañero de curso que padece cáncer.
Detengámonos en lo que simboliza la calvicie en este tipo de contextos. Más allá de ser un atributo netamente estético, también representa una condición de enfermedad, marcando una diferencia, un límite que los separa de las personas con cabello, es decir, de personas sanas.
El Sociólogo Erving Goffman denomina como estigmas a este tipo de atributos. Estos no solamente distinguen, sino también se construyen por una serie de ideas y teorías que buscan explicar su origen y, con ello, justificar su existencia. Estas pueden ser compartidas, tanto por quienes no poseen el estigma, como por los que sí lo tienen. En el primer caso, a través de distintos mecanismos de discriminación, en el segundo, la aspiración de ser considerado como un igual.
Si aplicamos el concepto de Goffman al caso de los alumnos y el profesor, la calvicie puede entenderse como un estigma, en la medida que no solo es un atributo diferenciador de una enfermedad, sino que también se constituye como un punto de partida para una serie de juicios sobre el significado y las consecuencias de tener cáncer.
En este contexto, el acto de cortarse completamente el cabello es interesante. De alguna manera, contribuye a que el cáncer pierda su carácter estigmatizador, en la medida que la calvicie transita desde simbolizar la diferencia entre una persona enferma y una sana, hasta la unión de personas sin importar su estado de salud.