El día del libro y derechos de autor me hizo pensar e imaginar en cómo las grandes obras y autores vivirían el encierro mundial que hemos experimentado en los últimos años pandémicos, no me cabe duda que ellos serían los más felices.

La inspiración frente al mar de las casas de nuestros grandes poetas, traerían la paz continua que ya conocían desde mucho antes y la valoración de la que ahora somos mucho más consientes.

Quizás no todo sería felicidad, como siempre la casa de Bernarda Alba reinaría la desesperanza, la violencia intrafamiliar y el machismo. El poema de García Lorca nos recordaría que siempre son las cinco de la tarde en cada reloj, cada día, cada tarde.

Don Quijote de la mancha confundiría el virus con un gran gigante del cual debe salvar a su amada buscando la cura como arma de lucha junto a Sancho Panza, su gran compañero de vacunas en primeras y segundas dosis.

Por muchos años culturalmente la lectura equivocadamente ha sido considerada un castigo. Cuando un niño se portaba mal se le castigaba leyendo y la tecnología el “regalo”, pero ¡cuán equivocados hemos estado durante tanto tiempo!

La lectura no es un castigo, la biblioteca puede ser el mejor lugar del mundo para aquellos que están sufriendo la segregación o simplemente no les interesa participar de los juegos violentos o la tecnología adictiva.

La verdad puesta en páginas, frente a nuestros ojos, héroes que exaltamos de manera tan equivocada, la historia de un pueblo mal contada y que escritores contemporáneos se han atrevido a revelar la autenticidad que no puede ser negada.

La literatura romántica pero empoderada a través de chilenas tan poderosas como es el caso de Paulina Flores y otras tantas que ponen el tapete a mujeres jóvenes y feministas, demostrando la cuna de oro en las letras que tenemos. Evidencia de que hay mucho más que el amor trágico de “Romeo y Julieta”. A veces un libro puede ser un faro para saber hacia dónde queremos ir. Y con quien. Para soltar lo que sobra y aferrarnos a lo importante.

La historia nos ha demostrado que los grandes genios sobreviven al encierro, pues es el lugar de entrenamiento para ellos y nosotros sin darnos cuenta realizamos ese maravilloso viaje mental, con una narrativa que se gana nuestra atención, siendo auténtica y no siempre tratando de caernos bien.

¿Pueden imaginar todos los mundos visitados por El principito en este tiempo? Él lo supo desde mucho antes: “lo esencial es invisible a los ojos”.  Por eso, en los días de encierro obligado, leer te puede salvar, de no pensar en lo mismo, de continuar alimentando el trastorno de ansiedad, en la reunión innecesaria de Zoom, en el Meeting, en el Teams.

Quiero recordarte en este día internacional del libro que no hay excusa para no estar envuelto en este mundo que no es intelectual, sino mágico. Chile tiene un futuro esplendoroso si el 10% de los jóvenes son igual de comprometidos, idealistas e inquietos que todos estos escritores que vivieron su cautiverio literario, feliz.