Uno, el iniciado el 15 de noviembre de 2020 en el que las fuerzas políticas – condicionadas por una fuerte reivindicación y juicio social – acordaron crear una nueva carta fundamental, utilizando como mecanismo una convención constitucional como órgano constituyente, con miembros que serían electos por los ciudadanos y, en el que se aprobaría un nuevo texto en un plebiscito ratificatorio, cambiándose con ello el modelo social, económico y político actual.

El otro, iniciado también el 15 de noviembre de 2020 en plazas, barrios, casas, en el tramado de la sociedad civil, juntas de vecinos y “chats”, que junto con sueños y expectativas se ha permitido plantear las preguntas propias de una República cuya madurez histórica le ha dicho que no basta con tener claridad respecto de aquello que se quiere o se merece, sino también es necesario saber cómo dichas aspiraciones han de conseguirse.

En este segundo ideario – el de la “gente de a pie” – nos iremos encontrando con las respuestas al cambio del modelo, o con los elementos de la nueva República, en las propuestas y en el desarrollo de las conversaciones que al interior de la convención constitucional se hagan, pudiendo identificarse en dicho propósito las discusiones sobre si la nueva constitución recogerá o no la solidaridad como el eje del quehacer, y si ésta será exigida del estado, del mercado, de la misma sociedad o de todos; si habrá o no en el texto de la nueva constitución una asamblea constituyente como órgano permanente; el grado de independencia en el nombramiento de jueces y ministros del Poder Judicial; la existencia o no de un órgano y/o mecanismo que supervise el respeto por la nueva constitución; el grado de independencia del Banco Central; el modo en que se dispongan las normas del orden público económico; la propiedad privada, su alcance y regulación; los tributos; las atribuciones legislativas presidenciales v/s las parlamentarias; y, el sistema político-electoral. No han sido considerados los derechos fundamentales y su protección, pues hay consenso sobre su importancia y urgencia.

Esperamos entonces que ambos idearios – el político y el ciudadano – confluyan en la convención constitucional encontrando allí el espacio que genere la ruta común para un Chile cuya identidad se construya por y para todos y todas, y en un Chile en que puedan convivir la libertad, la justicia – en especial la social – y la solidaridad.

 

Jorge León Rojas,

Director Carrera de Derecho UST Antofagasta.