Luis Fernando Ramírez, especialista en Neuroeducación y Neurociencias:

“Ser maestro es ser un artesano de personas; no de conocimientos ni de técnicas”

El especialista mexicano y socio fundador de CEREBRUM LATAM cerró el ciclo de charlas de Educación con un profundo análisis del rol de los académicos frente a sus alumnos en este nuevo panorama condicionado por el coronavirus.

La última conferencia del ciclo de charlas que realizó el Área de Educación del IP-CFT Santo Tomás, en conjunto con Cerebrum, tuvo lugar con la presentación del socio fundador de Cerebrum Latam, Luis Fernando Ramírez, llamada “La neuroeducación 2.0: Ser docentes en tiempos de pandemia”. Aquí, el especialista en neurociencias y neuroeducación, repasó los cambios en las maneras de pensar y de ver el mundo por parte de las distintas generaciones y también los desafíos que enfrentan los profesores en el marco de la virtualización de las clases.

Es que el golpe que significó la aparición de la pandemia del Covid-19, sacudió todo fundamento de nuestras vidas, generando cambios de raíz en todo ámbito de cosas. Y -obviamente- la educación no quedó exenta de este tumulto; más bien fue una de las áreas más afectadas. “Nuestro mundo tiene un antes y un después desde este minuto. Hizo repensar todo”, enfatizó el especialista que también es director de Expansión y Desarrollo en Linck Learning Innovation Catalyst EEUU para Latinoamérica.

“La neuroeducación es una propuesta interdisciplinaria que reúne varias ciencias para que construyamos una nueva forma de ver la enseñanza y el aprendizaje, y logremos reidentificar nuestro rol como docentes desde una perspectiva biológica, porque el impacto que nosotros generamos sobre los estudiantes va marcando esa huella indeleble en el cerebro de nuestros niños y va garantizando que ellos vayan encontrando un sentido en la vida”, describió el expositor mexicano.

Hasta antes de esta crisis sanitaria -como definió el expositor- estábamos inmersos en una cultura del éxito, donde todo estaba muy presionado por un sistema, un esquema, que fue configurando al mundo. Pero “esta pandemia vino a recordarnos que no tenemos el control ni el manejo ni el poder sobre nuestras vidas. Nos detuvo. Pero a quien más afectó fue al sistema educativo; a nuestros niños y a nosotros como docentes y educadores”, profundizó Ramírez.

Desafíos de una transformación urgente

Para que la educación prospere en este nuevo mundo que propuso el Coronavirus, es fundamental que se adapte a esta transformación hacia la virtualidad. “Hay una gran cantidad de herramientas tecnológicas, cada una más poderosa que la otra, pero la forma en la que planteamos las estrategias educativas sigue siendo la misma”, advirtió el experto. Y a continuación, lamentó que “nuestros niños están saturados, están cansados, de un modelo que quiso trasladarse a una pantalla sin hacer un esfuerzo superior por entender que cada individuo, cada alumno, requiere una contención. Los niños son los más olvidados de este proceso”.

Entonces se hace vital volver a pensar el sistema educativo y cómo garantizamos que los niños y jóvenes no entren en procesos complejos. Por ejemplo, si como académicos y como sociedad continuaremos enfocados en el éxito; en que los niños y jóvenes obtengan buenos resultados en las pruebas Simce o PSU, o si -por el contrario- los docentes comenzarán a tener realmente en cuenta a sus alumnos y se enfocarán en lo que realmente ellos necesitan en este momento: contención. “Ser maestro es ser un artesano de personas; no de conocimientos ni de técnicas”, remató el especialista en neuroeducación y neurociencias.

En ese sentido, Ramírez fue concluyente: “Los educadores perdimos de vista que -en este momento- las competencias más importantes que debemos desarrollar en nuestros niños, jóvenes y adolescentes, tiene que ver con las habilidades blandas, que son complejas y difíciles de gestionar, pero con las que podemos sobrellevar momentos como esta pandemia”.

Entendiendo el cerebro de nuestros niños

El cerebro de los niños, jóvenes y adolescentes, no está programado para correr en busca del éxito, sino más bien para el placer y para ahorrar energía, de forma tal que la vida dure lo máximo posible. Por esto hoy es muy complicado lograr desafiar a sus cerebros. El especialista  apuntó que ellos probablemente tienen garantizado un techo, su alimento y quizás una mesada y -a diferencia de las generaciones anteriores- no los mueve el esfuerzo ni ser los mejores. “Ser alguien” para ellos es muy distinto.

Entonces es necesario que el docente tenga una propuesta educativa que logre generar placer y motive a sus estudiantes, frente a la competencia que significan los videojuegos o las plataformas de streaming o las redes sociales. “Es fundamental y clave que el educador sea parte significativa de ese proceso con los estudiantes, pero desde una resignificación del aprendizaje donde soy capaz de motivar y enganchar a mi estudiante con el placer de aprender”, manifestó Ramírez.

En su ponencia, sostuvo que las seis dimensiones más importantes del desarrollo humano son la cognitiva, emocional, social, sensorial, motora y moral, espiritual, reflexiva. Aspectos que son “fundamentales en el desarrollo y en la propuesta de este docente del siglo XXI, que está detrás de la pantalla, pero que también va a regresar transformado a la sala de clases”, concluyó.