Rosa Blanco, directora de OEI en Chile: “El fin mayor de la Educación Inclusiva es apuntar a construir una sociedad más justa”

La representante en nuestro país de la Organización de Estados Iberoamericanos ofreció la conferencia central del encuentro nacional de la Red de Educación Superior Inclusiva (RESI) desarrollado en Santo Tomás Viña del Mar.

Rosa Blanco fue la encargada de ofrecer la conferencia central en el reciente Encuentro Nacional de la Red de Educación Superior Inclusiva (RESI) desarrollado en Santo Tomás Viña del Mar. La directora de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la Cultura presentó el tema “Fundamentos y perspectiva de la Educación Inclusiva”, en el cual hizo un análisis de la situación actual de nuestro país en esta materia, las dificultades que se enfrentan y los desafíos para el futuro.

Su charla fue seguida atentamente por las más de cien personas que participaron de este evento y que esperaron pacientemente poder conversar con ella tras su presentación. Ella se dio el tiempo para atender cada uno de los requerimientos, así como también profundizar en una entrevista sobre los principales tópicos de su exposición.

  • Usted mencionó que la inclusión debe entenderse como un medio, no como un fin en sí misma.

“La inclusión tiene un propósito, pero cuando digo que es un medio me refiero a que puede apuntar a construir una sociedad más justa. Pero como Educación Inclusiva su propósito es garantizar que todos tengan educación de calidad en igualdad de condiciones, que participen y aprendan. Pero además hay un fin mayor, que tiene que ver con la sociedad que queremos”.

  • ¿Ocurre que a veces ese fin mayor se pierde de vista?

“Sí, es verdad, a veces se limita a ver solo lo educativo sin ver que la educación tiene una proyección en la vida de las personas y de la sociedad en su conjunto, entonces lo que hagamos o dejemos de hacer en la educación marca la diferencia en la sociedad que vamos a tener y en el tipo de personas que vamos a desarrollar. Por tanto, sí que es verdad que a veces se queda visto solo desde lo educativo sin ver la proyección que tiene para la sociedad en su conjunto, para tener una sociedad más cohesionada, inclusiva, respetuosa de la diversidad”.

  • Señalaba también que la inclusión depende mucho de aspectos sociales, ajenos a lo que se pueda avanzar en el aula.

“Hay que avanzar en acciones fuera del sistema educativo si queremos que un niño esté bien, que aprenda bien. Por mucho que le puedas enseñar bien, si viene con desnutrición, con problemas de violencia intrafamiliar, etcétera, difícilmente se va a dar bien el aprendizaje. Y ahí ya la educación está limitada porque tienen que actuar otros sectores, como Desarrollo Social, Salud, en fin, otras políticas más integrales a nivel intersectorial”.

  • ¿Y eso se entiende por quienes tienen que implantar esas políticas?

“Yo creo que la intersectorialidad está más clara en la Educación Parvularia que en lo que viene después, pero es fundamental entender que es para todas las etapas de la vida. Hay conciencia de la importancia de tener políticas integrales, pero en la práctica es complejo porque a veces los sectores tienen lógicas distintas, cada uno su burocratización y a veces el trabajo intersectorial, el espacio de trabajo conjunto, se ve como un añadido, no como un trabajo en sí mismo. Se dice “ay, tenemos que ir a tal reunión”, como si eso no fuera parte del propio trabajo. Cuesta mucho también armonizar los tiempos y los espacios para la planificación conjunta, para seguimiento, para ir construyendo un lenguaje común. A veces la inclusión se puede entender de una manera en Educación, de otra en Salud y de otra en Desarrollo Social, entonces hay que tener un lenguaje compartido y a partir de ahí ver qué tiene que aportar cada sector para lograr el objetivo”.

  • Decía también que la inclusión no debe enfocarse solo en quienes tienen necesidades educativas especiales, sino que su tarea es atender a la diversidad.

“Todos los seres humanos somos diversos, aprendemos de manera distinta, tenemos nuestra propia identidad, aunque tengamos contextos sociales y culturales compartidos. Las diferencias son la base de todo y, por tanto, si somos todos diferentes, la educación debe dar respuesta a todas esas diferencias y no solo a aquellas diferencias que se han visto tradicionalmente como las más alejadas de lo dominante y supuestamente normal”.

  • ¿Cómo se traslada esa mirada al aula?

“Es todo un proceso porque implica metodologías que son muy diferentes a aquellas donde el profesor explica y luego todos hacen actividades al mismo momento. Eso para muchos niños no funciona porque algunos son más visuales, otros más auditivos, otros tienen otro ritmo para aprender o su conocimiento previo de un tema es diferente, entonces la diversidad la tienes que atender con actividades o metodologías como –por ejemplo- un método de proyecto, donde se investiga un tema y los estudiantes aportan desde sus posibilidades en diferentes aristas. Si están estudiando el mundo productivo de la comunidad, se plantean diferentes actividades y se va viendo qué puede hacer cada uno para aportar a ese proyecto. La idea es que todos aporten dentro de sus posibilidades, pero para algo común, porque a veces se puede hacer un trabajo individualizado para un niño aparte del resto… y eso ya lo discrimina”.

  • ¿Y cómo se evalúan esos trabajos respetando la diversidad?

“Puede haber una nota grupal que se puede combinar con una nota individual según el aporte que haya hecho cada uno a ese trabajo grupal”.

  • Es un desafío grande para los docentes.

“Es un cambio sistémico. Es un cambio cultural, diría yo, porque implica una mirada muy distinta de la Educación y eso significa cambios en el currículum, en la evaluación, en las normativas, en la forma de organizar los grupos dentro del aula. Y, por tanto, implica tener un mayor repertorio de estrategias para enseñar a aprender a niños diferentes, entendiendo que todos son diferentes. Por eso a veces los colegios optan por el método de lectura u otro, pero siempre el mismo para todos. El problema es que ese método que para algunos puede ir bien, para otros no, entonces es importante que se conozca más de un método de lectura para poder dar respuesta a niños distintos. Eso normalmente es un desafío porque falta ese mayor repertorio y eso pasa mucho por la formación inicial y ahí las universidades tienen una gran responsabilidad de formar docentes que puedan trabajar con esta diversidad en la sala. Si un futuro profesional no vivencia eso, si no accede a este aprendizaje que se quiere promover, pues difícilmente se va a lograr”.

  • Señalaba que este camino hacia una educación inclusiva no es rígido y se debe estar evaluando constantemente.

“Sí, se revisa. Lo que se ve es que uno logra minimizar ciertas barreras y van surgiendo otras. Y también aparecen dilemas, cómo aseguramos que todos y todas tengan lo que necesitan, con los recursos y apoyos que requieren, pero sin que eso implique etiquetarlos y decir ‘este niño es prioritario’, ‘este tiene necesidades educativas especiales’, porque ese etiquetaje les separa del resto. Es como decir ‘acá estamos nosotros y allá los diferentes’. Además, surgen nuevos dilemas, por ejemplo, ahora mismo tenemos el tema emergente de la migración, que hace años no se planteaba. Pensemos en los haitianos, que tienen una cultura distinta, visiones distintas, lo que es una riqueza, pero también tienen que sentir que su cultura, sus conocimientos, sus perspectivas, son reconocidos y valorados acá en su escuela, de lo contrario no sentirán que pertenecen ahí y puede surgir la deserción”.

  • Finalmente, ¿en qué pie estamos? ¿cuánto hemos avanzado?

“Ha habido un avance importante, el hecho de que el tema ya se esté discutiendo en la Educación Superior muestra ese avance. El acceso mayor de estudiantes de contextos de menores ingresos a la Educación Superior es otro ejemplo. Se ha avanzado, se ha visibilizado, hay una opción política porque la inclusión es uno de los ejes de la reforma educativa en todos los niveles y por tanto ya está la voluntad política. Chile tiene los recursos humanos y financieros, pero el desafío es cambiar el modelo de financiamiento porque eso es una barrera que hace que otros aspectos no se puedan desarrollar. Está el tema de los apoyos, por ejemplo, que se van contratando en base a subvenciones, pero no hay un sistema integral que asegure que ese apoyo sea para todos los docentes y todas las escuelas y no solo para ciertos niños porque el efecto multiplicador sería mucho mayor y beneficiaría el aprendizaje de todos. Ahí hay un desafío muy grande”.