Satisfecha tras la exitosa jornada de talleres sobre la condición del espectro autista vivido en la Universidad Santo Tomás Temuco, donde además se firmó una alianza estratégica internacional entre la institución de educación superior y el Proyecto DivulgaTEA y sus Centros Piuque de Buenos Aires, la psicóloga Clelia Reboredo se refirió a su experiencia tras más de veinte años de trabajo con niños y jóvenes autistas.

¿Qué es el autismo y cuáles son los tratamientos que favorecen a quienes poseen esta condición?

El origen del autismo es multigenético y multifactorial, es gestacional, siendo una condición del neurodesarrollo temprano. Es el cerebro el que está condicionado a funcionar de una manera que no es ordinaria, porque al formarse sus conexiones y su manera de procesar la información es diferente. Al no ser enfermedad, sino una condición, no se puede curar, sin embargo este espectro posee un abanico de matices en el que -en un continuo- las personas con TEA se mueven.

Cuando se habla del autismo yo digo que es como hablar dos idiomas distintos. Necesitamos algo que nos permita entendernos, algo que nos acompañe… porque el gesto nos ayuda, pero no para comprender la totalidad. Si yo te estoy diciendo todo esto en tailandés vos me mirarías con una sonrisa cortes y eso es todo. Para realmente comprendernos necesitamos subtitularnos, nosotros a ellos y ellos hacia nosotros, porque no nos entendemos así nada más.

¿Cómo viven las familias esta condición al ser diagnosticada a temprana edad?

Cualquier diagnóstico para un papá es doloroso, eso es innegable; ahora, eso no quiere decir que la vida tenga que volverse amarga. Yo creo que una vez que nos sacudimos y que lloramos un poco, lo vamos viendo de otra forma. Estamos lejos como sociedad de entender las condiciones, pero sí creo que se puede llevar una vida con alegría.

Como digo siempre, dos cosas nos salvan: la autocrítica y el sentido del humor, si tenemos un poquito de esas dos cosas, desdramatizamos y aprendemos a reírnos y no tengo un trato distinto, porque creo que todos somos iguales y podemos hacer una sociedad más inclusiva.

¿Cómo se gestó tu interés por esta temática? ¿Fue tu formación profesional como psicóloga decisiva en esta elección?

Yo creo que fue primero un profundo interés por relacionarme con los chicos. Lo que aprendí en la facultad fue muy poco, porque el tema no está formalmente en los programas educativos de la universidad, por lo menos en Psicología. Sí lo vi por ahí en Psicopatología donde se menciona como condición o como trastorno, pero no específicamente.

Siempre digo que la facultad es como un montón de información, pero breve; uno tiene que ir aprendiendo después, en lo empírico, y en el día a día. Y bueno, todo lo que yo más o menos sabía no me servía, no me funcionaba, tuve que trabajar un poco con el sentido común.

Hace veinte años atrás no había internet, no estábamos globalizados, no teníamos información, estábamos cada uno muy solos. Ahora es un mundo de información que se ha abierto a los jóvenes y a los no tan jóvenes para saber que hay otras cosas que están pasando en otro lado y eso ya nos ayuda a decir “en Argentina se está haciendo esto así”… antes no había manera de que alguien googleara o leyera artículos y dijera está pasando algo, me puedo interesar, me puedo acercar.

Fue un poco de autodidacta, pero me encuentro 20 años después dándome cuenta que hay otros modelos en diferentes partes del mundo que son muy parecidos al que yo trabajo, eso también ha sido una sorpresa para mí. Los que nos hemos dedicados por tantos años, hemos terminado recorriendo los mismos caminos, haciendo las mismas cosas.

 ¿Cómo crees que se ve la situación del autismo en Chile?

Creo que hay mucho entusiasmo, mucho interés en formarse, conocer y hacer cosas. Hay mucha avidez por el conocimiento aunque también tienen mucha desinformación, mitos que circulan por ahí que tienen poco basamento científico. Esto pasa un poco en todos los países, no es solo en Chile.

 ¿La situación argentina es similar?

Hace veinte años cuando yo empecé, cuando estaba haciendo mi licenciatura, una de las asociaciones más grandes de padres que hay (en Argentina) en ese momento se conformaba. Hoy son una asociación fuerte y ellos son los que empezaron por los años 90 a trabajar por la ley del TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo), que es una ley que salió hace un par de años allá en la Argentina.

En Argentina sí hay muchas organizaciones. La ley la terminó de hacer otra asociación que se llama “TGD Padres”. Además de esto el sistema de salud también aporta al ser gratuito o con mucha cobertura, lo que facilita las cosas para las familias.

En Chile sé que en Valparaíso hay algunas organizaciones que están comenzando a pensar una ley de autismo también para acá, un poco replicando la de Argentina. Sé que están en eso Autismo Chile y algunas otras instituciones.

 

Estuviste ya antes con tu curso de “Autismo y Prácticas Exitosas” que fue altamente demandado por profesionales y estudiantes del área de la Salud y la Educación. ¿Cuál es la diferencia con los nuevos talleres que presentamos hoy?

El taller es un curso más breve y muy completo, con materiales para que la gente pueda trabajar durante muchísimo tiempo. Estos talleres son más específicos y complementaron al curso anterior.

Me parecía que los dos temas contenidos en cada taller eran interesantes. El primero abordó lo que tiene que ver con el procesamiento de la información sensorial y esto está asociado con las conductas que son atípicas. Hay ciertas conductas de las personas con TEA que a nosotros nos resultan incomprensibles, pero que en realidad tienen que ver con cosas específicas de cómo procesar la información sensorial.

La otra parte, ahora que ya se todo esto del curso, pone el foco en cómo puedo diseñar y adecuar mejor los materiales para que ellos aprendan mejor, cómo adecúo mi clase, cómo adecúo los materiales que les presento para que los comprendan y no los rechacen.

Sacamos una línea editorial, un material, que es casi todo editable y que le permite al profesional armar todo lo que necesita para ese nene en particular. Ya no es comprar un librito con actividades fotocopiables que son todos iguales, sino que puedo cambiar el material en función de las necesidades de cada nene. La idea es ahorrar recursos, aprovechar los que se tienen, convirtiéndose en una fuente inagotable para utilizar, y que sirve también para que los padres puedan hacer sus actividades en casa y subtitular estas cosas para que a los chicos con TEA les llegue de manera más amable.