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Académicos UST debaten sobre una rehabilitación oportuna luego de un accidente cerebrovascular
Reconocer los síntomas a tiempo y buscar asistencia médica especializada inmediata, pueden reducir los daños irreversibles y muerte que produce un accidente cerebrovascular.
En Chile cada 67 minutos una persona pierde la vida por esta emergencia, por lo tanto, es considerada como la primera causa de muerte en el país. Debido al impacto que genera en la salud y en la calidad de vida de quienes sobreviven a sus secuelas, la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Santo Tomás, sede Concepción, realizó el seminario: “Líneas de abordaje interdisciplinario en el manejo del Accidente Cerebro Vascular”, para sensibilizar a la comunidad en cuanto a su prevención, tratamiento y abordaje más idóneo para rehabilitar al paciente.
La primera presentación partió con el especialista en Neurociencia y PHD en Salud Mental, Orlando Villouta, académico de la carrera de Kinesiología UST, quien -a partir de evidencia científica- explicó cómo se pueden rehabilitar las personas que sufren de un ataque cerebral desde un ambiente enriquecido con estímulos de carácter sensorial, motor, cognitivo y socioemocional; factores que acompañados de motivación y estimulación pueden promover cambios a nivel de neuroplasticidad.
“Se ha demostrado tanto en estudios animales como en humanos que la motivación es un factor fundamental dentro de cualquier proceso neuroplastico y tenemos que entender que, desde el punto de vista de rehabilitación, la neuroplasticidad no solo es sinónimo de rehabilitación neurológica sino también de aprendizaje y cambios significativos en psicoterapia”, expresó Villouta.
El Kinesiólogo insistió que, sea cual sea la patología neurológica de base los profesionales buscan que durante la rehabilitación el paciente sea capaz de ocupar distintas funciones cerebrales para mejorar la estructura morfo funcional. “Los estímulos tienen que ser específicos porque si solo estimulo a nivel auditivo solo vamos a mejorar la neuroplasticidad de sistemas auditivos, pero no necesariamente de sistemas visuales. Además, tenemos que considerar la repetición, mientras más repetición hay más capacidad tengo de moldear nuevamente este sistema; lo mismo que la intensidad, el tiempo y la motivación”, aseguró.
Puntualizó que, el modelo de enriquecimiento ambiental ha demostrado ser prometedor en estudios animales y humanos con Trastornos del Espectro Autista, Esquizofrenia, ACV, lesión cerebral adquirida y Alzheimer, además de otros modelos de patologías neurológicas y psiquiátricas estudiadas por diferentes profesionales del área de la salud a nivel mundial.
También, agregó que durante la recuperación de un accidente cerebrovascular el rol que juega el Kinesiólogo es sumamente relevante, no solo para que el usuario tenga un desempeño efectivo en todas las áreas de desarrollo sino para que sea capaz de empoderarse de su propia condición. “Los modelos de rehabilitación funcional como el modelo de enriquecimiento ambiental pretenden que, al momento de trabajar actividades de la vida diaria, el paciente se empodere de su vida, sea una persona autónoma, contenta, feliz y con objetivos”.
¿Qué pasa a nivel cognitivo después de un ACV?
La segunda exposición estuvo a cargo de la Fonoaudióloga y Magíster en Neuro-Rehabilitación, Yislem Barrientos Cabrera, y se enfocó en los aspectos neuropsicológicos que deben abordarse luego de un accidente cerebrovascular. Si bien, las consecuencias cognitivas secundarias que provoca un ACV no son tan visibles como las que presenta un paciente cuando acude a Kinesiología, es importante estar alerta a las conductas que pueden llegar a mostrar los usuarios a raíz de este daño cerebral.
Falta de orientación, atención y concentración, memoria a corto plazo, memoria a largo plazo, memoria global, lectura y escritura, son algunas de las funciones cognitivas que pueden presentarse posterior a un ACV.
“El cerebro funciona como un sistema, es la parte de un todo. Por tanto, a pesar de que un accidente cerebrovascular tiene un foco central en una determinada área vamos a tener un impacto en otras áreas adyacentes. Cuando recibimos pacientes secuelados de ACV, lo que hacemos como profesionales de la salud rehabilitadores es que a través de las conductas que va teniendo el usuario nosotros vamos infiriendo en la posible zona de lesión”, señaló la académica.
Como fonoaudióloga, comentó que la rehabilitación puede hacer una gran diferencia en la recuperación del paciente, lograr que el cerebro aprenda nuevas formas de trabajar y ayudarlo a recobrar las habilidades que perdió a causa del ACV, son vitales para mejorar la calidad de vida del usuario.
Abordaje Psicológico
Los efectos de un ACV varían mucho según la persona. Van desde leves hasta severos y pueden ser temporales o permanentes. Los cambios que se observen dependerán del lugar donde ocurrió el ACV, de la rapidez con que recibió tratamiento y si tuvo alguna complicación.
Pero, qué pasa a nivel psicológico tras un accidente cerebrovascular, esto lo respondió la psicóloga Paula Oñate, especialista en Neuropsicología, quien ahondó sobre la relación que existe entre la depresión y el accidente cerebrovascular, pues la depresión es el principal factor de predicción de un resultado funcional deficiente después de un ACV, debido a que se asocia con discapacidad, trastornos del sueño, deterioro cognitivo, retraimiento y aislamiento social.
“Entre las consecuencias más frecuentes luego de un tener un accidente cerebrovascular están los trastornos psiquiátricos, de hecho, se estima que la depresión alcanza a un 30 y 40% de las personas afectadas, causando menor calidad de vida, mortalidad e incapacidad funcional”, afirmó Oñate.
Los síntomas varían y cambian con el tiempo, pero los pacientes y familiares deben estar atentos a la siguiente sintomatología:
- Tristeza, ansiedad o sentimiento de “vacío” persistente.
- Estado de ánimo decaído, falta de interés o incapacidad de disfrutar.
- Dificultad para dormir.
- Falta de motivación.
- Respuestas con poca emotividad o falta de ella.
- Sentimientos de desesperanza
- Sentimientos de culpa, inutilidad, impotencia.
- Falta de energía.
- Dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones.
- Cambios en el apetito
- Pensamientos de muerte o suicidio.
Finalmente, la académica señaló que es importante que la depresión vascular sea diagnosticada y tratada con tiempo para ayudar a la recuperación del paciente, esto puede ser a través del manejo de la farmacoterapia, neuromodulación, autogestión o terapia psicológica que incluye un enfoque multidisciplinario.
“Me ha tocado ver situaciones complejas que se gatillan a raíz de un accidente cerebrovascular, en el caso de las mujeres en Chile se observa que tenemos mayor prevalencia a depresión que los hombres, pero todo depende de la gravedad que haya producido el accidente cerebral. Lo ideal sería poder realizar una terapia centrada en el ecosistema que permita al usuario seguir un plan terapéutico estructural basado en sus valores, con esto incluso podemos ayudar a los familiares a adaptarse a la discapacidad del paciente”.