Se acabaron las vacaciones y nuestros pies también lo saben. Pasamos de la exposición al sol, arena, tierra y agentes externos de las vacaciones al zapato más cerrado que dará paso a botines o botas en la época más fría del año, pero ¿cómo nos preparamos?

«El verano puede haber dejado huellas no sólo en el bronceado de nuestros hombros, sino también en nuestros pies. La resequedad aparece inevitablemente y para prepararnos para el invierno la humectación diaria y la exfoliación periódica son nuestros mejores aliados», señala Mónica Gutiérrez, Jefe de Carrera de Técnico en Podología Clínica en Santo Tomás Puente Alto.

«Debemos cuidar y proteger los pies, pero sin caer en excesos. Hay personas que utilizan más de un par de calcetines para enfrentar las bajas temperaturas, pero esto es un error, ya que no permite la buena circulación sanguínea y ocasionar roces en los dedos y lugres más sensibles del pie», indica y refuerza que:

  • Abrigar en exceso impide la buena ventilación del pie, que puede provocar patologías ungueales o en la piel, como la onicomicosis y dermatomicosis. Todo esto a causa de humedad excesiva.
  • Todos tenemos zapatos favoritos, pero lo ideal es alternar el calzado, cambiándolos a diario para evitar la humedad. De no ser posible, debemos ventilarlos para disminuir la humedad presente en el calzado.
  • El mercado ofrece talcos, pero debemos aplicarlos correctamente, es decir, no aplicarlo directamente en el pie, sino en el calzado, para evitar los grumos residuales pegados en nuestros pies.
  • La moda no debe incomodar, los zapatos deben ser amplios, cómodos y con base de goma, idealmente, ya que deben entregarnos la protección adecuada para el invierno.
  • Evitar materiales sintéticos, tanto en calzado como en calcetas y calcetines. Esto evitará la sudoración excesiva e irritabilidad de zonas sensibles.

«Siguiendo estos pequeños consejos podemos pasar un invierno con unos pies sanos y hermosos, que estarán listos para las sandalias en la próxima temporada», enfatiza.